Empiezo a temerme que el libro Juegos Sagrados no es bueno para la salud. Para la mía, al menos, ya bastante deteriorada sin policías sikhs ni gàngsters qeu hablen en hindi.
No lo he pesado pero, a pesar de la edición de bolsillo y sus tapas blandurrias, así, para llevar en el bolso (lo de versión bolsillo es eufemismo), un plomo. Y para leerlo donde La Bestia, de medio lado en la camilla y sujetándolo a mano, dos plomos. Y un peligro para las cervicales, también.
_¡Vaya, hoy no te has traído el novelón! _me dice
¡Menos mal porque te veía retorcidísima cuando las corrientes!, _añade. Y yo, con tal de no hacer el esfuerzo de hablar, le dejo añadir.
Las corrientes son una electrocución pequeñita y por partes que, combinadas con la freidora de infrarrojos, se traen un tufillo como de corredor de la muerte y silla eléctrica, un tanto depresivo. Por eso aprovecho ese rato para leer y echar a volar la imaginación y tal.
Sólo que hoy he cambiado de libro, por razones de salud.
Se lo enseño, señalando el título, a ver si pilla el mensaje.
“La inutilidad del sufrimiento” _lee de seguido y todo_ ¡qué interesante!
Y yo aprovecho para tirarme de cabeza a un librito (excelente tamaño) de autoayuda escrito por pisicologa de pro.
Un librito buenísimo para las cervicales y las lumbares. Para el resto, no sé.