La tecnología informática y yo nos llevamos como un matrimonio de larga duración y no especialmente bien avenido. Nos necesitamos y, como el roce hace el cariño, no sentimos un odio exagerado de una hacia la otra y viceversa. Pero tampoco estamos en esa etapa primeriza en que creiamos que nuestra mutua compañía nos cambiaría la vida. Para bien, se entiende. Todo lo cual viene a que el siguiente comentario era del 9 M y previo descuelgue completo de Internet solo ahora se hace visible. En fin.
Lo de las mujeres empezó el día antes que, siendo domingo, fue una suma de tiempo libre y demagogia. Y aqui estamos, en el dia después, con algunos comentarios esclarecedores y otros más demagógicos aún que los de anteayer. Me parece a mí que hay ciertas cosas evidentes y el resto son fantasias y ganas de marear la perdiz. Estas son solo mis opiniones, claro.
La actual estructura social penaliza a las chicas, nosotras mismas. Somos nosotras las que compatibilizamos (como podemos) el trabajo dentro y fuera de casa y el cuidado de los hijos, los mayores y los enfermos. Y en este aspecto tenemos para rato.
Ni géneros, ni teorías ni pamplinas (palabra antigua que me encanta). De momento los maltratadores son hombres y las mujeres las maltratadas. Si hay algún caso contrario (yo conocí uno hace tiempo) se trata de la excepción que confirma la regla. Y los violadores, en manada o no, son hombres y las violadas, mujeres. Lo que, por supuesto, no significa que todos los hombres sean unos bestias y todas las mujeres unas benditas.
Y no es preciso entrar en más polémicas sobre el feminismo, el machismo y muchos etcéteras. Cualquier mujer sabe que queda un camino largo para la igualdad. Y que ésta no consiste en que las chicas seamos bomberas o los chicos cocineros de fin de semana y barbacoa con estrella Michelín.
Para mí la única forma de mejora está en la educación que les damos en casa, en lo que ven (más que en lo que escuchan) cuando les ponemos delante el desayuno o les limpiamos los mocos. Y, tal vez, antes de eso, en hacernos conscientes nosotras mismas y nosotros mismos de cómo estamos funcionando en el plano personal. Para eso no nos hace falta esperar al próximo Ochodemarzo.