La senilidad es contagiosa. De verdad.
Y no hablo solo de la que aqueja a nuestro Nobel de las Letras favorito y, por contagio, supongo, a su familia. A sus hijos más bien. Porque su señora de (casi) toda la vida calla prudentemente. A lo mejor porque recuerda que en años de mucha juventud y menos escrúpulos le birló el novio, Varguitas le llamaban entonces, a su tía. Los Vargas Llosa lo hacen todo en familia y dicha familia está últimamente muy soliviantada y olvidadiza. Talmente parece que Isabel Preysler haya obligado a don Mario durante ¡ocho años! a ser su chevalier servant. Senilidad, ya digo.
Tampoco me refiero únicamente al pobre don Ramón Tamames que, evidentemente, ha perdido la cabeza. Un poco solo, espero. Los que estudiamos en la Uni con sus libros y su compromiso político de fondo estamos francamente sorprendidos al oirle apadrinar a VOX en la moción de censura. Menudo argumentario. No se trata de evolución de pensamiento, algo muy digno, sino de, pienso yo, enjenacion mental por senilidad. Y además, ahora se tiñe el pelo lo que no favorece a sus 89 años en absoluto.
Yo, donde veo el contagio es en la Comunidad de Madrid, sección salud y mayores. No señalo las condiciones de la sanidad publica y etc que están ya muy sobadas y poco resueltas. Hablo de un idealismo absurdo que planea sobre nuestros ancianitos, que no han hecho nada los pobres que lo merezca. Mi mami tiene 900 años (aprox.) y Alzheimer en etapa grave y está en una residencia ocupando una plaza concertada con la Comunidad. La semana pasada se cayo por la noche dos veces de la cama. Pregunto por qué dicha cama no tiene barandillas que lo impidan. Y me cuentan que la Comunidad «no es partidaria». Que las barandillas son «un sistema de sujeción» y, como tal, coartan la libertad del individuo. En este caso, individua y pariente mía en primerisimo grado. Segun me cuenta su médico es dificil convencer a «la Comunidad» (ente misterioso pero que manda mucho) de que es peor una rotura de cadera o de brazo o de lo que sea que limitar ligeramente los movimientos de la persona. Y ahi es donde aprecio claramente lo contagioso de este mal de mayores. Porque en la Comunidad sección geriatría están dando claras muestras no ya de idealismo trasnochado o de ignorancia, sino de senilidad. La parte pensante de la cabeza se les ha llenado de flores, nubes y pajaritos. O buitres, según se mire.