Porque no sé qué poner. O, mejor dicho, porque tengo demasiadas cosas que contar o sobre las que opinar después de no sé cuantos días sin internet debido a que mi ordenador hace lo que le da la gana. Titular estas reflexiones como «miscelánea» o «popurrí» me suena laboral y también algo cursi. Así que… me lanzo sin título.
Lo primero es comunicar un comentario sobre mi aventura de bolso y policías que me ha llamado fuertemente la atención. Y me ha levantado la moral. Me dice una sobrina que la comisaría de Pozuelo es famosa (en el mundo entero) por la guapura y buen porte de sus policías. Parece ser que uno de ellos es un «famoso» llegado de diversos programas de la tele. Como Mujeres y Hombres y Viceversa, GH Dúo o no sé qué de las Tentaciones. Programas todos que me prohíbe mi religión o mi buen gusto, por decirlo de alguna manera. En cualquier caso, me alegra pensar que no estaba equivocada ni me he convertido recientemente en venerable vjeja verde. Sigo siendo simplemente una madurita interesante. Con buena vista.
La tele sirve para asuntos varios. Así que la enchufé y me pegué un maratón Trump que me dejó las cervicales y cuatro o cinco vértebras más al bies. Y la mente confusa. Y patidifusa sobre todo. Intento comprender por qué tropecientos millones de personas votan a un señor que hace teatro cada vez que pronuncia un discurso. Que cuenta mentiras gordas y obvias y amenaza, amenaza muchísimo. En el plano personal además Trump me da escalofríos: no me gustan nada esos personajes que cambian de mujer de vez en cuando pero se especializan en formato modelo. O prostituta guapetona. Y por eso, me extraña un montón que haya mujeres que le votan. No he llegado a ninguna conclusión. Espero a ver sus deportaciones rápidas y cómo influye en la sociedad made in USA el quedarse sin mano de obra. Hecha un lío, ya digo, en el tema Trump.
Y luego está el Cuento de Iñigo, la Actriz y el Juez. Más que cuento, un culebrón. En la tele también. No sé qué pasó entre Iñigo Errejón y la Actriz. Y no me parece lo más relevante en este Cuento. Lo fundamental es que salga un juez que interroga a Mouliáa a gritos y con un vocabulario de los de «esa bocaaaaa» que diría la abuela. Después de verlo y oirlo, yo desde luego no denunciaría. No todas podemos ser como Mme. Pélicot. En este país tenemos leyes (recientes) del Solo Sí es Sí pero mientras no eduquemos a las personas desde la familia y la guardería no valen de nada. Este Cuento me enfada tanto que prefiero no decir más.
Te aplaudo muchísimo por todo lo que dices y opinas. Y además es que a ti, no como a mí, se te entiende todo fenomenal y a la primera.