Siempre me gustó la política. De jovencísima discutía frecuentemente con mi padre cuya opción política no coincidía con la mía. ¿Suena a charla tranquila con discrepancia de pareceres? Pues no, más bien se trataba de un intercambio de opiniones opuestas a grito pelado aunque educadísimo, todo como muy ibérico.
Con la madurez que dan los kilos y años de más, me calmé muchísimo y ya podía empujar la silla de ruedas de mi madre (con mi madre sentada en ella) calle arriba y abajo hasta depositar su voto tan contrario a mis ideas como el de mi padre. Y, entre bufido y resoplido por las cuestas charlar sobre política y diferentes opciones alegre y risueña.
Bueno, pues ahora no. Ahora me tienen hartita nuestros políticos. Hasta la coronilla me tienen. Ellos, ellas y la política en general. Y con la leve pero insistente duda de que a estos señores, señoras y viceversa les importamos un comino. En general se pierden en discusiones abstrusas que a nadie interesan más que a ellos mismos y en las que se barajan insultos de alta gama o baja estofa según el día.
¿A quién le importa si lo de Gaza es genocidio o masacre? A los gazatíes no, seguro. Seria como preguntarle a un pollo si quiere que le retuerzan el pescuezo o le corten el cuello. Sospecho que le daría igual.
¿A quién le importa si el novio de Díez (Ayuso) o la señora Begoña Gómez son respectivamente ciudadano particular y ciudadana particular o una panda de enchufados ? Lo que queremos no es incluirlos en una categoría sino que no nos roben nuestro dinero ni la fe y esperanza en las instituciones.
Ahora sean inundaciones o incendios, la culpa siempre es del adversario político. Pero la gente de a pie no buscamos culpables. O sí, da lo mismo. Lo que queremos es que los trenes funcionen (Cercanías incluidos), las emergencias funcionen, lo cotidiano (los precios de la compra o la gasolina, por ejemplo) funcione, la Sanidad y la Justicia con mayúsculas funcionen y lo que llamamos un largo etcétera funcione.
Y hasta entonces, ya lo he dicho, me tienen hartita.
Totalmente de acuerdo, Aliki.