ASINTOMÁTICOS

Lo comenté el otro día con un amigo que se quejaba un poco de su madre, muy joven y algo peleona. Al parecer, la buena señora se había pasado media vida lamentándose por no tener nietos. Por no tenerlos prontísimo, se entiende. Y ahora que los tiene, suspira porque apenas le queda tiempo libre para ella, dedicada en cuerpo y alma a los tan deseados vástagos.

Conozco a un señor bastante anciano, más cerca de los noventa que de los ochenta. Vive en su casa con un chófer, mayordomo, cocinero y ayuda de cámara (siempre la misma persona, claro, que no están los tiempos para tener, como antes, todo un cuerpo de casa). Sus seis hijos y sus familias se turnan para visitarlo y hacerle compañía porque en tiempos de pandemia no convienen las reuniones multitudinarias. Con todos se lleva bien y ellos le quieren todos. Su salud, teniendo en cuenta su edad, es francamente buena. Pero… no rebosa felicidad. A menudo está un poquillo quejoso.

Pienso que ambos, la madre de mi amigo y el señor mayor, son muy felices. Tienen en la vida todo lo que querían, seguridad económica, familia cercana y amorosa, suficiente salud y algunos etcéteras. Pero no acaban de darse cuenta.

Yo creo que son Personas Felices Asintomáticas. Y como no reconocen los síntomas, apenas notan lo felices que son.

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