TECNOLOGIA

En un momento de subidón me he comprado on line un aspirador de estos modernos y redondos que aspiran solos (dicen). Ya la envergadura de la caja me dejó sorprendida y algo preocupada. Mi idea sobre estos aspiradores era la de una especie de lenteja atómica tamaño medio que giraba y absorbía las pelusas, poco menos que silbando. Y no. Aún entre cartones ya se apreciaba que aquello era el equivalente a varios kilos de las mencionadas lentejas.
Un par de días después cuando por fin me decidí a desembalar (antes me daba un poco de mieditis), tuve que fijarme forzosamente en el tamaño del librito o librote de instrucciones. Mi prima, la Bruja de la Lejana China dice que lo mío es alergia a la tecnología. Probablemente. Cuando veo que el folletito de modo de empleo es un libro de tamaño bolsillo (amplio) y cuenta las cosas en español, sí ,pero también en inglés, francés, portugués, italiano, holandés y polski (que supongo polaco pero sin base alguna, sólo por el nombre), bueno, pues cuando veo esa enciclopedia chiquita ya me doy cuenta de que este aspirador no es para mí.
Porque sólo identificar los dibujitos y buscar su correspondencia en la realidad ya es tarea ingrata, tediosa y larguísima además. Como decía mi amigo Antonio refiriéndose a la informática pero que aquí encaja también perfectamente «arte diabólico es».
Eso es la tecnología. No es que abjure de mi feminismo pero hay momentos en que una necesita un hombre al lado. Pocos, vale, pero haylos. Todas las mujeres que me dicen que lo del aspirador es sencillísimo tienen al lado un marido o un hermano manitas. Careciendo yo de esos utilísmos parientes, espero no volverme loca y lograr poner en marcha el trasto moderno este. Ya os contaré.

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