Ven los niños el mundo de una manera que no es la nuestra. Así _o con algo parecido_ empezaba hace 25 años mi columna del domingo en El Diario Vasco, el periódico más donostiarra.
Y contaba que, en bosque y noche oscura, en plena exhibición del cometa Hale-Bopp _porque este cometa era un derroche de luz francamente dado al exhibicionismo_ mi pequeña sobrinísima prefirió darse a la caza de renacuajos con linterna y vasito de plástico. Otra faceta de la Naturaleza que tiene muchas.
Mira que hace tiempo pero, al parecer, los niños siguen prefiriendo la simplicidad a lo extraordinario, lo cercano a lo de fuera.
En pleno puente de Difuntos estoy en la sala de espera del médico. En el asiento de al lado una falsa accidentada toda sanguinolencia y vendas, como corresponde a la fecha. Llegan una niña y su abuela, ambas vivarachas y muy alegres, así que deduzco que sólo revisión o vacunas. La niña vestida de luto y tules lleva una diadema con dos orejitas de lentejuelas brillantes.
La masacrada de pacotilla, rebosando hemoglobina de bote y sonrisas, se dirige a la pequeña:
«Halaaaa, que guapa, seguro que eres una bruja, ¿y esas orejitas son también de Halloween?»
«Nooo _responde la niña_ son de gatito»
Simplicidad, ya veis.
Jajajaja!! Lo que no cuentas es de qué ibas disfrazada tú, Ali!!
pues iba, como siempre que puedo, disfrazada de delgada. Y monísima además