PREGUNTAS Y RESPUESTAS

Cuando una pone sus cuartos traseros, bueno, un solo cuarto trasero pero de verdad que es suficiente, en manos de un señor que no es amante ni pariente cercano ni nada, sufre cierta pérdida de dignidad. Y ni siquiera cabe el consuelo de recordar aquello de todo se ha perdido menos el honor. Si además el señor en cuestión se empeña en taladrar a mano el mencionado cuarto trasero, pues no sé lo que les ocurrirá a otras personas pero a mí, lo confieso, se me pone un humor regulín. Y desde luego, no estoy para preguntas raritas.
_¿Irradia? _ pregunta La Bestia
_¿Irradiar? ¿Pero qué se ha creído este señor que son mis ancas? ¿la central nuclear de Trillo? ¿el monte Tabor? ¿El Arbol de Avatar? _me pregunto yo. Aunque claro, no se lo digo, entre otras razones porque me falta el resuello.
_¿Irradiar? No comprendo_ digo cuando logro reunir fuerzas. Más para que La Bestia comprenda que no comprendo que por afán de conversación.
_Sí, mujer (“¿sí, mujer?” pero qué confianzas son esas?), que si cuando aprieto aquí (¡ay!) notas que el dolor (¡ay, ay, aaay!) se irradia por la pierna _responde él_
_Sí_ contesto, que más escueto y claro imposible.
Bueno, pues todavía quiere precisar si hasta la rodilla o hasta el tobillo o hasta dónde. Y ahí no me da la gana de contarle nada más. Porque si yo pudiera articular “hasta los deditos del pie” que sería la respuesta correcta, también podría tirarme de la camilla al suelo y huir, lo que no es el caso. Paso de contestarle. Que se chinche.

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