ESTRÉS

Hola queridas e incluso queridos. Por una vez no quiero haceros reir sino pensar. Ya sé que las mujeres podemos hacer dos cosas a la vez pero esto va dirigido a todos los públicos y luego hay quien se lía.
Quiero haceros pensar porque entre las felicitaciones navideñas y añonueveras y tal, se me han colado un par de llamadas de personas con cierto nivel de estrés. ´
No el que nos ataca a todas cuando este año toca la Nochebuena o la Navidad o lo que sea en casa y hay dos sobrinos alérgicos a los langostinos y una venerable ancianísima que no come más que langostinos y todo lo demás hay que pasárselo por la batidora, incluido el cordero. Y está ese cuñado además que no come cordero. Ese, ya sabeis.
Bueno, pues no hablo de ese estrés. Hablo de mandar un sms felicitando la Navidad y recibir a vuelta de móvil otro que dice
_También para ti, acabo de llegar, te llamo mañana
Que ya sólo de leerlo todo seguido quita la respiración, menudo estrés en la pantalla tan mínima del móvil, y en eso se nota que ha sido viaje, si no de trabajo, muy trabajado. Porque si uno llega de, por ejemplo, una semanita esquiando relajadamente, el tono es otro. Aparte de que una no sabe de dónde llega el interfecto (en realidad, ni sabía que estaba fuera) con lo cual, encima de estrés, intriga.
La segunda llamada estresada (que no estresante) es de otro amigo que me felicita el Año Nuevo y me asegura que aunque debe viajar pronto por motivos de trabajo (pero ¿qué le pasa a todo el mundo?, ¿ya nadie sabe trabajar en su pueblo? ¿todas mis amistades se han vuelto auxiliares de vuelo?) hará todo lo posible por vernos, charlar etc… antes de diez y no sé cuántos días que es cuando se va. Si bien, advierte, su vida profesional está llena de problemas y complicaciones. Y debe ser cierto porque si en dos semanas y media no encuentra hueco para charlar tranquilamente con una amiga es que el estrés se lo va a comer en cualquier momento.
El estrés estaba muy bien cuando había que matar un tigre antes del desayuno. Pero en el siglo XXI, con el ordenador portátil en una mano y la tarjeta de embarque en la otra, el estrés simplemente nos vuelve vulnerables. Y más en el caso de los señores que no tienen habitualmente práctica en el estrés por, verbigracia, confección de menú navideño. Ya sé que esto no es un pensamiento original pero, bueno, para no perder práctica en estos días semivacacionales, sí sirve. Y mientras pensais un poquito, voy a pedirle a los Reyes más tranquilidad para mí y para mis amistades.

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