A TIEMPO

No sé en otras casas pero en la mía, las Navidades se han acabado justo a tiempo.
Dudaba el sábado si quitar ya el Nacimiento o dejarlo de despedida durante el fin de semana cuando… terrible inundación. El lago de los patos se ha desbordado y soltado agua de manera imparable. No sé cómo no se me ha ahogado la lavandera que es una verdadera currita, la única que trabaja a fondo en el Belén. Porque los pastores, camelleros y demás, se pasan el día de viaje o cotilleando en grupo que sólo les falta el Marca y unas cañas. Y a la Vieja que Hila, debido a su provecta edad, la tengo fuera del punto de mira porque me parece que debía estar en una residencia y no todo el día (y la noche) al fresco, así que no controlo mucho lo que hace.
Teniendo en cuenta la climatología madrileña de estos días, lo de la inundación no me extraña. Habrá sido por ósmosis con el patio o la acera o el jardín. O por contagio tal vez.
Por otra parte, en la última cena (la última que se ha celebrado en esta casa o humedal, no la Ultima Cena), los invitados empezaron a ponerle pegas a la decoración navideña. Concretamente a una Anunciación a los Pastores que diseñé para centro de mesa. Pillé un pastor del Nacimiento y un angelote posmoderno de cera y oro y fabriqué un rebaño de ovejitas de coliflor con cabeza de aceituna negra. Primero criticaron el angelote que les parecía demasiado abstracto (¡serán antiguos!). Luego se comieron una oveja con crema de queso en plan crudité. Y por último sugirieron que en vez de por el serrín, las ovejitas estas debían pasear sobre arroz basmati rehogadito. En ese momento, me di cuenta de que se me había hecho tardísimo y o les daba pronto de cenar o aquello iba a ser literalmente lo de ¡¡se armó el Belén!!. En cualquier caso, es evidente que el espíritu navideño y el amor fraterno estaban a punto de caducar.
Y por último, llevo desde ayer estornudando a todas horas con lo que, sospecho, debe ser alergia al turrón de Jijona. Alergia mental, psicológica, supongo. Porque a mí el turrón del blando me encanta y, no siendo por exceso, me ha sentado siempre maravillosamente. Total, lo que os decía, que se han acabado las Navidades justo a tiempo

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