A TIEMPO (y II)

Os conté que las Navidades se habían acabado justo a tiempo. Al menos en lo referente a la decoración navideña de mi hogar, dulce (e inundado) hogar.
Pues en un par de días he comprendido que este final oportunísimo lo era también para mi cuerpo serrano y sus aditamentos.
En primer lugar, los pendientes formato y colorido roscón de reyes pequeño me han producido una alteración dérmica por la parte orejil de mucho cuidado. O sea, las orejas me pican que me matan y han adoptado un tono rojizo muy favorecedor. Como de pimiento del Piquillo. Ya no necesito pendientes para iluminarme la cara por una temporadita. Sucede que los pendientes roscón de reyes que he llevado todas las navidades, siento confesarlo, no son de oro, rubíes y esmeraldas como parecen (tampoco de bollo y frutas confitadas, como parecen más todavía). Y yo tengo unas orejitas hechas a los metales preciosos y las piedras a juego. La chatarra me irrita, qué quereis. Estoy convencida, nací en noble cuna y fui raptada por mi familia aparente (y corriente) porque si no, no me explico tanta finura corporal.
Después, he de considerar que mi elegante echarpe de seda y terciopelo (vulgo, bufanda fucsia ligerita) que llevo de un lado para otro por los festejos, está de manchurrones que sólo me falta dejarlo caer grácilmente en un plato de sopa. Cualquiera diría que lo he usado de servilleta entre canapé y mazapanes. En la tintorería me han dicho que lista de espera y que como dos semanas. De lo cual deduzco, queridas, que somos todas unas cochinitas o bien, que los tejidos propios de sarao navideño son todos de limpieza en seco.
Y por último, he comprobado que el espíritu navideño, el amor y la comprensión que hacen juego con los peces en el río, han vuelto a su sitio en el baúl de los recuerdos hasta el año que viene. Una ¿amiga? me manda vía e-mail una oferta de depilación de piernas completas con regalo de ingles. Mira qué bien. Creo que mi amiga ha malinterpretado las modernísimas (y negras y espesas) medias de cuadros o espiguilla con las que he cubierto mis piernas gentiles en las fiestas. Aprovechando que la moda me permitía mitigar el bajonazo de calefacción en todas las casas, debido _supongo no será por vicio_ a la crisis. En cualquier caso, esta ¿amiga? no practica la noble y navideña virtud de la caridad. Aunque le quedo agradecidísima por no haberme enviado la Gran Oferta de Limpieza Bucal que acaba de llegarme como publicidad por internet. Los de publicidad es que no respetan nada.

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