SOLOCHICAS

Hoy he recibido en casa. Lo digo así porque uno de mis anhelos irremediablemente frustrados es tener un día de recibo. Doña Estupendalicia recibe los miércoles, dirían en la sección de sociales del ABC. El problema es que cuando las señoras tenían un día de recibo, poseían también un cuerpo de casa compuesto por mayordomo, doncellas (2), cocinera y etc. En mi casa, el cuerpo este que digo es el mío propio. Lo que no estaría tan mal si no fuera porque es en exclusiva. Quiero decir que yo me lo guiso, yo no me lo como (debido a la permanente dieta disminuidora de latitud), yo friego el cacharrerío que no cabe en el lavavajillas y yo cambio los ceniceros.
Total que hoy he recibido en una cena de las que yo llamo SOLOCHICAS, entendiendo por chicas a mujeres y principalmente al borde de esa edad en que se deja de ser mayor de edad para ser simplemente mayor (y ya sé que se me habrán ofendido todas pero la verdad es la verdad).
La ventaja de una cena SOLOCHICAS es que puede una descalzarse si es menester, hablar de las asignaturas y exámenes de los hijos y de una que no ha venido a la mencionada cena. En este tipo de saraos hiperfemeninos, yo me acojo a la máxima de mi hermana: “No salir de la habitación ni para ir al baño, así me lo haga encima”. Y jamás de los jamases se me ocurriría no aparecer si he sido invitada. Porque ambas actividades son la mejor manera de convertirse en protagonista. Y no es que las mujeres critiquemos más que los hombres, eso es un tópico. Lo que sucede es que como los hombres, en general (su excepción habrá), tienen tantas dificultades para expresarse, para cuando van a criticar al que se ha marchado a hacer uso del mingitorio, éste ya ha vuelto.
Y por cierto, las componentes de mis cenas SOLOCHICAS no criticamos nunca. Simplemente analizamos las circunstancias y comportamientos propios y ajenos. Tal vez haciendo un poquitín de hincapié en los ajenos.

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