EL BOTE DE COLON

Media vida me he pasado cantando _identificadísima_ aquello de Alaska: “Quiero ser un bote de Colón y salir anunciada en la televisión. Qué satisfacción… ¡¡ser un bote de Colón!!”.
Pues hoy ya no quiero ser bote de Colón, que es una profesión redonda pero muy sacrificada: todo el día lavando los trapos sucios. Ahora quiero ser protagonista de un anuncio de Balay. Quiero bailarines llevándome de la cocina al salón y viceversa, música de marcha y marcha en el cuerpo. Y no pegar ni clavo. Balay, ya digo. Es que en esta primavera desmedida, entre lluvias y soles, hay días en que no está una para nada.

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