Una vez ida, la representante de Pobres y Afligidos Tropicales tiró de teléfono y, como yo no lo cogía, me fue mandando mensajes. Incesantemente. Y con una ortografia ajena a la que se emplea en la metrópolis. Una ortografía selvática y mal intencionada pero que se entendia a la perfección.
“Huarra, más que huarra” que, para los que no conozcan este tipo de ortografía es el equivalente a “güevos”. “El Señor Jezús te ba castigar porque te metiste con su prinzeza…” “Te baiz enterar quien soy yo, huarra”
y así, cariñosos mensajes que guardo por si hay que recurrir de nuevo a las fuerzas de orden público. Ni que fuéramos Catalauña