Instigada por mi hijo decido adelantar un fin de semana la puesta en marcha del Belén, el Árbol y toda esa colección de chiribitos y cusicosas que dan a la casa un ambiente navideño. Instigada por mi hijo y por la lluvia incesante que convierte el montaje del Nacimiento en un planazo.
Bajamos del desván la caja de las figuritas y las dos con luces para el Árbol. Me parece que las bombillas crecen y se reproducen cada año. Seguro que en el 2011 llenan tres cajas. Bajamos también las casitas y el lago de los patos y la lavandera y el portal. Escaleras arriba y abajo empezamos a parecer porteadores subsaharianos, o sea, negros. Que sólo nos falta el bwana dirigiendo la operación. El bwana y la caja de las estrellas y las velas y los calcetines para Papa Noel, pedazo intrusión pagana en nuestra Navidad, y el Árbol propiamente dicho que antes era artificial y ahora es ecológico y…
Abro las cajas una por una y, entre caja y caja, le pego voces a mi hijo que una vez suficientemente instigada su madre, o sea, yo misma, y bajadas las cajas con mi supervisión y ayuda, se ha retirado a observar de cerca la tele. Por si se mueve o se cae o algo así, supongo. Porque no le quita ojo.
Después de un par de cajas, decido sabiamente pasar de mi hijo y como cada Navidad me juro que este es el último año en que me meto en semejante fregado que, al final, consiste en que yo monte todo y nadie me eche una mano. Mayormente que todavía no tengo ganas de cantar Pastores a Belén ni nada.
Y, entonces, allá por la cuarta caja, recibo la visita del Espíritu Navideño. Porque una cosa taaaaaan curiosa no puede deberse a la casualidad. Allí, sobre un manojo enrrollado de lucecitas para el Belén y un lío enorme de bombillas del Arbol, yace muy bien doblado y planchado un calzoncillo de mi niño. Que evidentemente ha pasado todo el año en el desván. El calzón, digo, no mi niño. Esto es una cosa muuuuuuy curiosa, de verdad. Debe ser un mensaje, pienso. Un mensaje del Más Allá, por lo menos. Lo interpreto como puedo, desde mi humilde ignorancia:
_¡¡Juanito, apaga esa tele y ven inmediatamente a poner las luces antes de que me enfade muchísimo que ya me estoy enfadando un montón!! _rujo_
Y me parece que sí, que era un mensaje del Espíritu Navideño, porque en cuanto mi hijo se ha puesto a la faena, ya me han entrado ganas de cantar villancicos. Muchos.