Ultimamente mi vida es talmente la de un refugiado al que le hubiera explotado una bomba a ladito. Pero con techo. El susto sí es parecido porque menudo plan…. Voy de médico en médico sola o acompañada o acompañante. Voy de rehabilitador en masajista y pongo mi cuerpo a disposición de la ciencia médica y las ciencias naturales. Voy de médico de madre a otro médico de madre y más y más… En fin, cuando empecé este blog hace un par de eras glaciales, no era mi intención dedicarlo a contar mis males y los de los parientes proximos. Pero es que como voy abandonando la vida social, la cultural y algunas otras vidas, pues… poco me queda.
Tal vez los Efectos Colaterales. Que en este caso, me abren la mente a nuevos horizontes. Y hacen que se tambaleen ideas muy arraigadas en mí.
Salgo de rehabilitación de rodilla y cuando ya voy hacia el ascensor, oigo a mi fisioterapeuta favorito comentar que él también se va.
Me doy la vuelta para decirle que, si quiere, le acerco a algun lado en mi bólido rojo colorao. Pero no le localizo, en el ascensor me esperan y renuncio a buscarle por los pasillos.
Mi idea arraigada es esta vez la noción de que un chico en tercero de grado y en prácticas, se moverá por la vida en transporte público y económico.
Cuando espero en la barrera del aparcamiento para introducir el ticket, me fijo en el coche de delante. Es un bmw espectacular, no uno corriente. Es el auténtico BMW con mayúsculas. ¿Y de quién es esa manita que asoma con su ticket? Esa manita la conozco yo y sobre todo mi rodilla, perfectamente. Es la mano de mi fisio favorito.
Si mi Toyotita chiquitín y rojo colorao pudiera avergonzarse (que a lo mejor sí puede) bajaría la cabeza y se pondría más rojo todavía.
En las dudas yo saludo alegremente sacando la mano por la ventanilla y poniendo sonrisa espléndida.
Y desarraigo mi idea arraigada de la pobreza de los estudiantes en prácticas. Siempre se aprende algo nuevo.