IMPROPIA

Voy a una cosa llamada Velada Entre Artes, que tiene tufillo intelectual y, como su nombre, indica, artístico. Promete lectura de cuentos, música y dibujos sobre la marcha, degustación de vinos, catering de lujo, exposición de fotos y algún etcétera.
La degustación vinícola le da buenísima pinta al sarao, ya que los artistas se apañan a veces con espumosos de segunda y vino tabernario en la creencia, equivocadísima, de que continuamos en los años progres. Que eran, fundamentalmente, austeros.
Decido vestirme sólo de intelectual que me pega mucho más que ir de artista. Y, como toque after postmoderno, me subo en unos taconazos de aquella manera y once cms de altura. Para entrar al lugar del festejo, debo subir tres escalones. Lo que realizo grácilmente a pesar de no haber ensayado ni nada. Sólo para encontrarme con un suelo que supongo de antiguo patio de carruajes o similar. Un suelo de cantos rodados y rebrillantes, apropiadísimo para bodas en ermita o plaza de pueblo castellano restaurado y turístico. Pero en absoluto, es opinión personal, para una Velada Entre Artes, no incluyendo éstas un circo.
Tras unos segundos de desconcierto brinco _a saltitos formato gorrión_ hasta el mostrador de los vinos de Borgoña, que me sorprenden por su suavidad. Y que me hacen compañía toda la noche.
Como ir, tal vez vaya impropia. Pero como pasármelo, superbien

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