Archive for noviembre, 2025

FAUNA

miércoles, noviembre 26th, 2025

En esta primavera lluviosa y casi monzónica que tuvimos, os conté lo que sucedía en mi minipatio-jardín y cómo florecía ahí hasta el césped artificial. Que era, cuando menos, extraño. Pero no tuve tiempo de comentar lo de los bichitos que pululaban en las zonas inundables o inundadas. Muchos. Y en gran parte desconocidos.

La primera vez que fui al país tropical de mis mayores me sorprendió el exceso de fauna y de flora para contenerla. Acumulación que en Madrid y cercanías no existía. Aquí con tres geranios, un perro, algun gato, un par de vacas y dos lagartijas ya nos apañábamos. Bueno, pues parece ser que eso era antes. Con las lluvias estilo diluvio mediano, flora aparte, la fauna se ha explayado, extendido e incluso desbordado por las esquinas y salido de sitio. El cambio climático, dicen.

Reconozco que urbana y de secano como soy, no me gusta nada, pero nada, la invasión de animalitos en mi casa. Reconozco también que la fauna blandita me da un asco que me muero. Desde la lombriz a la anaconda espero que estos bichos se queden fuera de mi solución habitacional, por decirlo en moderno.

Ya. Pues el hombre propone y… Me las encontré una noche a las dos en mitad del suelo del cuarto de estar. Ambas gorditas, relucientes y midiendo aprox. 5 cms. de largo. Lo calculo porque ésa es la medida de un bajo normal en faldas o pantalones (en alta costura son de 7 cms. para arriba). Y son babosas, ignoro de qué clase o raza pero babosas. Como caracoles sin casa. Una repugnancia. En lugar de morirme de asco que hubiera sido lo lógico, las cogí con el recogedor _valga la redundancia_ y las eché al jardín de donde nunca debían haber salido.

Me quedé contentísima de mí misma. Yo valiente y resuelta, madre de dragones, expulsadora de babosas.

Ya otra vez. No sé por donde entran. En qué esquinita se refugian. Cuáles son sus intenciones. Sólo pueden verse en mitad de la noche oscura y tras largo rato con las luces apagadas. Para que mi sobresalto sea mayor, supongo. Durante meses sólo topaba con una y, pienso, habíamos llegado a una entente cordial. Existía un acuerdo tácito _no verbal_ entre nosotras. Algo así como «tú no apareces de día ni fuera del cuarto de estar y yo no agarro el recogedor».

Anoche, a las tantas virandas, me desperté con sed y fui a la cocina por agua. ¿Y qué me encontré por medio y mitad del suelo del cuarto de estar? ¡¡Un guateque de babosas!! Tres había. Al menos tres a la vista y decidí no investigar más.

Ahora no se qué hacer. No tengo una naturaleza violenta. Pero no me gusta tampoco dejarme avasallar. Un lío. O sea, odio el cambio climático.

VARSOVIA

lunes, noviembre 24th, 2025

No sé qué sabeis de Varsovia. Mejor dicho, aunque no lo sepa lo supongo: nada. Acerté ¿verdad?. Pues yo, igual. Y en caso de saber algo es el horror del gueto o el Papa Wojtila o, todo lo más, el lío de Chopin y Georges Sand. Decido ilustrarme sobre tan ilustre ciudad a base de Wikipedia. Donde compruebo que los polacos en general y Varsovia en particular llevan siglos viviendo lo que la revista La Codorniz llamaba «Vidas Fastidiadas». Los invaden cíclicamente lituanos, alemanes o rusos. Cada invasor nuevo se carga derechos, leyes y edificios construidos por el anterior. Y esto crea en el personal cierto sentimiento de melancolía. Aparte de que como geográficamente está a sólo100 metros sobre el nivel del mar el paisanaje debe andar siempre con la tensión por los suelos. Eso sí, tienen un pedazo río, el Vístula, digno de todo elogio.

Mi pueblo, que es Madrid y cercanías, está a casi 700 metros de altura, tiene un río canijo que da mucha risa y que hemos hecho crecer visualmente construyendo a su vera, verita suya, un paseo enorme para niños y bicicletas. Aquí hemos tenido guerra civil que es lo peor de lo peor pero no nos invaden desde Napoleón. Ni antes porque lo de los musulmanes me parece que fue más bien un pacto de convivencia con menos disensiones internas que nuestro actual gobierno de coalición (progresista). Los edificios sólo se caen de viejos o cuando están cerca de alguna ampliación del Metro. Y lo más parecido a un Papa español fue el anterior que era argentino.

¿Qué tenemos entonces que ver con Varsovia? Mucho, muchísimo. Hace un tiempo descubrí que tras esa necedad del cambio otoñal de hora, tenemos el mismo horario los españolitos y los polacos de Varsovia. Y todavía me dura el trauma.

Me gusta mucho la idea de Ciudades Hermanas. O Pueblos ídem. Cooperación internacional entre lugares que no están precisamente cerca pero reúnen parecidas condiciones y modos de vida. Mi biblioteca favorita, en Pozuelo de Alarcón, está hermanada con otra de Issy-les-Moulineaux pegadita a París. Ahora bien, nosotros no estamos hermanados con Varsovia ni nos parecemos en nada. Esto de llevar el mismo horario no tiene ni explicación política siquiera. Ni económica, si a ello vamos. Varsovia es de gente seria y norteña. Nosotros somos de la esquina de Europa junto a Portugal y si hay que elegir tiramos más a alegres mediterráneos. Hasta los paisanos de nuestro norte son menos atlánticos que otros europeos. O sea, que lo de Varsovia y nosotros es una arbitrariedad.

Aunque nuestras ciudades intenten adaptarse a ello como pueden (mal). Para mí que estos repentinos vientos huracanados, las heladas antes de diciembre que me están dejando las plantas como una menestra de acelgas, la lluvia un día sí y otro también, son un intento de asimilarse a Varsovia. Pues ya podían ponernos el horario de, por ejemplo, Sicilia. Por la parte del Comisario Montalbano sobre todo.

DOS ALEGRÍAS

jueves, noviembre 6th, 2025

Después del bajón del cambio de armario definitivo de la ropa ligera y alegre a la más espesa y oscura, de las dichosas lluvias otoñales y del manido largo etcétera, me he llevado dos alegrías.

La primera es el Premio Princesa de Asturias de las Letras a Eduardo Mendoza. Merecidísimo, claro. Don Eduardo acumula premios y más que debían darle. Siempre cuento que cuando ando algo tristona recurro a Mark Twain. No al de Tom Sawyer que nos recomendaban en el colegio y que era un rollazo. O así me lo parecía debido a mi tierna edad. Me refiero al Mark Twain de Un Yanki En La Corte del Rey Arturo. O al que yendo como turista a las Cataratas del Niágara, se agarraba a la barandilla con las dos manos y no, ya lo decía él, porque tuviera miedo sino porque le daba la gana.

Mi otro levantador de moral es Jeeves y las aventuras con su señorito Bertram Wooster. Con el humor _bueno_ de P.G. Wodehouse no hay mal que cien años dure ni tía Agatha que lo resista. Ambos, don Mark y don P.G. (Pelham Grenville se llamaba el pobre) me mantienen con sonrisa permanente y, a veces, me hacen reir a carcajadas.

Estos son remedios instantáneos para la tensión baja y el espíritu a juego. Pero cuando tengo algo más de tiempo recurro a don Eduardo. No tanto a las excelencias de La Verdad Sobre El Caso Savolta o la Riña de Gatos sino a otras de sus aventura inventadas. Sus protagonistas llevan nombres llamativos como Pomponio Flato o el príncipe Tukuulo o… son llamativamente anónimos. Ahí están el detective locatis que, fuera del manicomio, persigue misterios a las órdenes del dr. Sugrañes o el extraterrestre adicto a los churros que busca, incansable, a Gurb. Por todos ellos le estoy inmensamente agradecida al señor Mendoza. Y para los que no conozcan mucho su persona o su obra, recomiendo empezar por su discurso en los Premios Princesa de Asturias. Ahí se «retrata» muy bien.

La segunda alegría es de orden estético: La nueva imagen de Alberto González Amador, pareja, conviviente y _supongo_ amante de Isabel (Díaz) Ayuso. Debido a su juzgada vida, sus declaraciones, maserati y otras torpezas, es evidente que vamos a tener a don Alberto de cuerpo presente y cara ídem hasta en la sopa. Lo que, cuenta, le tiene desesperadito. A mí me alegra su cambio de look. Cuando llevaba el pelo rapado como con cortacésped y el cutis afeitado tal que un anuncio de cuchillo jamonero, este señor daba mucho miedo. Y cuando llevó peluca daba mucha risa. Ahora se ha quitado años de encima añadiendo barba _que tapa y por tanto favorece, que no todos los hombres son Jhonny Depp o similar_ y dejándose crecer el pelo en suaves ondas. Esto último rejuvenece y resalta los ojos grandes y la nariz recta. Y da mucho juego para apartarse la guedeja de la cara con la mano. Si vamos a verle cada vez que encendamos la tele, al menos que sea una imagen decorativa. Otra alegría