Archive for octubre, 2017

NO SIN MIS SANDALIAS

domingo, octubre 29th, 2017

Ni de aquí al portal siquiera. A ninguna parte del mundo exterior voy a ir sin mis sandalias.
¿Qué no es época? Bueno, también era costumbre estrenar abrigo el primero de noviembre y si se hace este año puede una, por el mismo precio, perder un par de kilos a base de sudárselos. Bajo el cálido tweed y el más ligero pero también calentito Príncipe de Gales.
Iba yo por la vida con mis zapatos de gamuza azul, que son fresquitos, planos y, por tanto, aptos para patearse exposiciones. Y también a juego con bolsazo que, de momento, no saco del armario, no se vaya a acalorar.
Y de pronto me sentí princesa china. La auténtica Flor de Loto con los pies apretadísimos y al vapor. De verdad, con esta calorina y los zapatos de gamuza azul se me estaban quedando en versión dim sum.
Entonces se me ocurrió. En el maletero tenía unas sandalias recién recogidas del zapatero. Para dejarlas en plena forma antes de guardarlas hasta el año que viene. Y decidí que el año que viene era hoy mismo y ahora además.
Eché el coche a un lado, recuperé mis sandalias y sustituí los zapatos por esos elementos que dejan los deditos al aire y están llenos de tiras para sujetar el pie (o no, ya sabeis que de vez en cuando me caigo por mi flojera de remos). Una delicia.
Al llegar a casa, he sacado otro par de sandalias de la caja del verano. Así tengo quita y pon. Y nada de “ande yo caliente y ríase la gente”: yo fresquita y que piensen lo que quieran.

MIS MEMORIAS

domingo, octubre 22nd, 2017

Quedo con mi prima la Bruja de la Lejana China que me encuentra algo tensa.  Le doy la razón porque la tiene.

Por otra parte me cuenta que ella está teniendo unos fallos de memoria llamativos. Disiento medianamente. Si los suyos son llamativos los míos son trepidantes y con sexyround o sursumcorda o similar. Como se diga.

La conversación se enlentece un poco porque ambas queremos contar ejemplos de nuestras desmemorias pero a las dos se nos han olvidado la mayoría y así no hay manera.

Acordamos que la semana que viene, aprox. (porque llevamos vidas trabajadas y ocupadas),  ella se ocupará de mí con su sabiduría de la Lejana China, a ver si me mejora el cerebro o, al menos, el bazo. Mejorarme la vida no puede ni ella sola ni en akelarre con sus amigas. Por mi parte, yo le daré apoyo moral y femenino, tan sumamente necesario en cualquier momento de la vida y a veces tan escaso.

Esa noche, cuando voy a poner la alarma en el móvil, no lo encuentro por ninguna parte. Vacío el bolso-despacho, los bolsillos del pantalón y el único que lleva la chaqueta azul. Nada. Deduzco que lo he olvidado en el restaurante.

Al día siguiente voy al restaurante en cuestión.

_Buenos días, oiga, mire, que ayer me dejé aquí un móvil y …

_Ay señora _me interrumpe el camarero_, si sólo hubiera sido el móvil… También se dejó unas gafas y un abanico.

_No hombre, tantas cosas…eso será de otra mesa…

El camarero ni me discute, se acerca a la caja y vuelve con mi móvil, mis gafas de cerca y el abanico pequeñito y  blanco que me regalaron en la última boda.

No sé yo si podré esperar a la semana que viene para que me diagnostique y cure (ligeramente) mi prima la Bruja de la Lejana China. Pa mí, que esto mío es de Urgencias.

EL SERVICIO

martes, octubre 17th, 2017

O, más bien, ¡¡cómo está el servicio!! Esto, con título de película de Landa de los 70, me ha traído últimamente muchos sinsabores.
El penúltimo, con una señora de físico potente y, por lo que se vio luego, fuerza de voluntad más potente aún.
Alertada por problemas anteriores, le dije que una semana a prueba. Ella dijo que un mes. Yo, que en cuatro días ya sabía yo si nos ibamos a entender o no. Y así quedamos.
La primera noche me dijo que en su dormitorio sobraba un mueble viejo de ordenador puesto que ella no tenía ordenador y sí disfrutaría mi tablet que no precisaba mueble alguno.
Me dijo que quería tirarlo. Estuve de acuerdo pero también me negué a moverlo yo, que estoy delicada de la espalda y sumamente delicada de las rodillas. Que ella lo haría todo. Pues vale, le dejé una alfombra pequeña para que arrastrara el trasto y ya está.
Subió del departamento muebles viejos, basura y demás, pidiendo paracetamol porque resulta que también padecía delicadezas vertebrales.
Al día siguiente me la encontré en el minipasillo de casa, dirección cocina, enfundada (sólo) en unas braguitas de encaje sintético y color naranja butano.
Al tercer día le expliqué que, en mi opinión, no íbamos a entendernos porque no pensábamos ni parecido y eso que no habíamos hablado de religión, sexo o política. Le ofrecí pagarle los tres días supuestamente trabajados (que no lo fueron) y la insté muy educadamente a que se marchara.
Ella dijo NO. Y se sentó en la silla antigua del recibidor a pintarse las uñas.

EL SERVICIO (Y III)

sábado, octubre 7th, 2017

Una vez ida, la representante de Pobres y Afligidos Tropicales tiró de teléfono y, como yo no lo cogía, me fue mandando mensajes. Incesantemente. Y con una ortografia ajena a la que se emplea en la metrópolis. Una ortografía selvática y mal intencionada pero que se entendia a la perfección.
“Huarra, más que huarra” que, para los que no conozcan este tipo de ortografía es el equivalente a “güevos”. “El Señor Jezús te ba castigar porque te metiste con su prinzeza…” “Te baiz enterar quien soy yo, huarra”
y así, cariñosos mensajes que guardo por si hay que recurrir de nuevo a las fuerzas de orden público. Ni que fuéramos Catalauña

EL SERVICIO (II)

sábado, octubre 7th, 2017

Y ahí nos quedamos. Mi madre y yo secuestradas por aquella especie de osa con ropa interior de encaje.
Que se fuera, por favor. Que ni pensaba en ello. Que le diera el finiquito, que me iba a denunciar por no registrarla en la Seguridad Social (¡¡antes de las 72 horas!!), que se había caído y todo le dolía por haber sacado el mueble del ordenador, que yo no la había llevado al médico de Urgencias (?¿?¿?¿), que…
Vino el conserje que lo primero que me dijo es que tenía pintas de prostituta, en lo que estuvimos de acuerdo y eso que él no la había visto disfrazada de bombona erótica. Lo segundo, que la mencionada bombona humana pedía 800 euros para marcharse. Que no se los diera, me dijo también. Por supuesto.
Y así estuvimos toda la larga tarde, mi madre y yo secuestradas porque a ver quién se movía de allí, con un ente que tanto me recordaba aquella canción de los años progres y manifestantes: “tienes que tomar conciencia latinoamericano”. Un ente de tamaño pueblo entero (pequeño) que había tomado conciencia y un vaso de cocacola con hielo y asiento en nuestra entrada.
Al final vino la policía a desalojarla y se fue escoltada y maldiciendo a grito pelado por toda la urbanización.