Archive for septiembre, 2024

La Luna

domingo, septiembre 29th, 2024

La Luna de la cosecha. La Luna roja. La Luna de sangre. La Luna india. En septiembre, a la luna se le colocan adjetivos varios y extraños nombres. Es porque en este mes se vuelve más grande y se tiñe a veces de colores que no son su blanca palidez.

Están además la Luna lunera cascabelera. La Luna sí, la Luna no, ay la Luna de Benidorm. La Luna que en el mar riela (rïela, nos enseñaban en clase de literatura para romper el diptongo). La Luna que más pura brilla en esta orilla. La Luna llena que llama al Hombre Lobo. Y la Luna nueva que se esconde para que no la veamos. La del Claro de Luna de Debussy sobre poema de Verlaine. Y la de Blue Moon que está triste y azul como el gato aquel. Muchas y diversas lunas con las que podemos medir el tiempo.

Y luego está la luna de Elon Musk que pierde su mayúscula frente al dólar. El señor Musk está empeñado en reescribir las leyes de la naturaleza a su manera y modo. Colecciona hijos probeta y naves espaciales. Y quiere darse un paseo por la luna lo antes posible.

Ya sabemos que la ONU no sirve de nada. O sirve de muy poco, poquísimo. Para el caso que le hacen, los cascos azules podían ser verde oliva, el color de moda este otoño.

Pero… ¿y la UNESCO? ¿No es esta gente la encargada de buscar, encontrar y calificar sitios Patrimonio de la Humanidad? ¿y de controlar que estén bien cuidados? Pienso que la Luna cumple los requisitos de la UNESCO para encabezar la lista de Patrimonio Natural y no sé si está en ella pero, me temo, que frente al poderoso caballero don Dinero lleva todas las de perder.

A mí el señor Musk, don Elon, me parece de una vulgaridad extrema. Y, por favor, a quien pueda interesar, que no le dejen tocar mi Luna, lunita.

LUGARES MÁGICOS

domingo, septiembre 8th, 2024

Están por todas partes pero entre prisas y trabajos nos olvidamos de ellos. Tendemos además a identificar los lugares mágicos con puesta de sol magnifica, prado verdísimo o árbol hueco. Y aunque en muchos de estos sitios se respire la magia y bailen las hadas hay otros, en su mayoría disfrazados de zona corriente y moliente, más cercanos. Sólo hay que saber identificarlos.

Mi lugar mágico favorito es _en un centro comercial_ el ascensor de mi cine también favorito. Empezando porque tiene un cartel impreso indicando el mundo al revés. «Ascensor en funcionamiento» advierte el día en que efectivamente está en servicio. Que no son todos y desde luego, nunca los días de lluvia. Porque como cantaría un menor, acompañado o no, «el ascensor de mi cine es particular, cuando llueve se moja como los demás». Y le sienta fatal. A veces intento imaginar cómo sería un paraguas para ascensores. Porque a éste desde luego, le hace falta. En fin.

Es tan original que muchos al ver su cartel piensan que no funciona y se van por las escaleras. Falta de lectura comprensiva. Y apego a la costumbre, si un ascensor tiene por fuera un cartel, lo suyo es que diga No Funciona. No saben que este ascensor es un lugar mágico. Y libre.

Tanto que la voz grabada de ordenador, tan aséptica, aquí tiene su duende y advierte siempre: «Ascensor subiendo», lo que a ratos resulta inquietante. Porque este centro comercial tiene planta baja y luego dos pisos más que son dos pisos menos. No sé si me explico. El cine está en la planta menos dos. Y a veces, el anuncio de «Ascensor subiendo» desde el bajo parece un recordatorio del «De Madrid al Cielo».

Con semejante acceso al cine cualquier película viene ya bañada de magia e ilusión. Qué suerte.

OTOÑO

lunes, septiembre 2nd, 2024

A lo bestia. Los que hablan de la dulzura de septiembre y de octubre dorado y la dulce melancolía de las hojas cayendo y todos esos etcéteras tan poéticos, no viven en Madrid. Ni alrededores tampoco.

Yo me siento más madrileña y alrededores que ninguna. Aunque haya vivido tantos años fuera y vaya, vaya, aquí no hay playa y sí unas colas enormes para todo, lo mismo da que sea en la pescadería o en el Museo del Prado. Me encanta mi pueblo. Sin embargo Madrid también tiene sus defectos. y uno de ellos, importante, es la climatología siempre brusca y algo histérica.

El verano es un horno y un señor en la tele anunciando cada día una ola de calor a estrenar. Y el otoño… uy el otoño. Este no se anuncia ni nada. A las diez estoy cenando en el jardín _mínimo_ con unos amigos. A la una los despido cariñosamente y recojo. A las tres cae el primer rayo con trueno inmediato porque la tormenta está justo encima. Y a continuación el diluvio universal. Ya ha llegado el otoño. A lo bestia, ya digo.

Como primera demostración de fuerza otoñal, la lluvia cala los cojines de las sillas del jardín. Llueve _y a ratos graniza_de tal manera que no me atrevo a salir al rescate de tanto almohadón empapado.

En consecuencia el día siguiente me veo obligada a llevarlos a una lavandería con secadoras de tamaño industrial. Talmente como en las pelis americanas. Paso allí casi dos horas con novelón acompañante. La secadora aventa los cojines y les sopla aire caliente empeñada en lograr un ambiente tuareg. Pero por las juntas se le escapa vapor que aquello parece las Maldivas. Solo falta Tamara Falcó en pareo. La parte buena: tanto calor húmedo me ha hecho una limpieza de cutis en profundidad y tengo la piel suaaaaaave. ¡Viva el otoño!