Archive for the ‘Uncategorized’ Category

ESE COLOR

miércoles, mayo 19th, 2021

Deeee colores, de colores se visten los campos en la primaveeeeraaa y etc. Seguro que todos hemos cantado esto aunque no fuera más que en el autobús del cole yendo de excursión.
Dicen también que «para gustos los colores». y aunque no le importe a nadie, quiero dejar constancia que ese nuevo color de los coches, tan de moda, me espanta. Y además estoy convencida de que lo ha inventado un caballero. Me refiero a ese especie de tono naranjoso y metalizado que lucen, por decirlo de alguna manera, muuuuuchos coches recientes.
Estoy convencida de que ninguna mujer puede diseñar un color tan de caquita de niño pequeño en regulín estado de salud. O de puré de verduras absolutamente excesivo en la proporciión de zanahorias. O, incluso, de salsa de guiso de rabo de toro que se ha quemado.
No sólo no nos han dejado salir de casa durante tanto tiempo sino que, mientras tanto, nos han cambiado el paisaje del tráfico y sus colores. Ugh.

DECAER

sábado, mayo 8th, 2021

A veces me pongo un poco quisquillosa con la lengua castellana que tanto quiero y admiro, Es deformación profesional, seguro, pero ahí está.
Llevo varios días molesta con el Estado de Alarma que hoy mismo va a DECAER.
Y eso me parece extraño, lo de que decaiga, digo. No he consultado mis diccionarios y menos el de la RAE porque la Real Academia tiene unas tragaderas que lo pasan todo. Incluyendo y desde hace años «güisqui» que, en mi opinión, es una auténtica salvajada.
Pero aún sin bucear en los maestros del idioma, lo de un Estado de Alarma que decaiga, me sorprende. Que lo quiten, lo pongan, lo suspendan e incluso lo utilicen como arma política, no me extraña. Ahora que el mencionado Estado de Alarma se levante una mañana y _abrumado por los acontecimientos, supongo_ decaiga…
Decaídos, decaídas e incluso decaídes, estamos nosotros,as,es. Y hasta la coronilla también de tanto evento, electoral o no, del bicho y sus vacunas, de que todavía estén retirando maderas y ramas tronchadas de la dichosa Filomena, de que hoy 28 grados y mañana _anuncian_ 13 y lloviendo, de empezar la Operación Bikini sabiendo que lo nuestro será más bien Operación Bañador de Cuello Vuelto, del cohete chino que, de verdad, es lo que nos faltaba…
Pensándolo bien, hala, que decaiga el Estado de Alarma y que no nos pase nada. No vamos a discutir por un verbo con la que está cayendo. De momento, mi pueblo sigue confinado y yo he vuelto a clases de filosofía on line, que no es poco. O sea que mejorando.

LA DEMÓCRATA

martes, mayo 4th, 2021

Esa soy yo, la demócrata. Y no sólo eso. En realidad soy la más demócrata de Madrid Comunidad. Por lo menos.
Porque mi jornada de hoy ya me lo veía venir pero aunque no me ha cogido de sorpresa ha sido una auténtica paliza. Por mi cuenta y riesgo fui a votar a primera hora de la mañana, bueno, sin exagerar, a las 10 de la mañana. La cola daba vuelta a la esquina, así que decidí no pararme, saludar a unos amigos que venían a pie, elegantísimos que era un orgullo saludarlos y continuar al siguiente colegio electoral, el de mi madre.
Pequeño paréntesis: los amigos guapos y elegantes debo decir que además están ligeramente sordos y completamente despistados. O sea, creo yo, que están mayores. Porque toqué el claxon o bocina alegremente y ellos, que venían de pie y de frente, ni inmutarse. Saqué entonces la cabeza por la ventanilla y les llamé por sus nombres de pila y DNI a grito pelado y agitando la mano izquierda. Y tampoco. En cambio la fila de coches en segunda y tercera fila se confabuló ligeramente contra mi. Huí a la residencia de mi madre.

Y pensé, no sé cómo, que el colegio que hacía de colegio electoral estaba cerquita de la mencionada residencia de la Tercera Edad. Y que era más sencillo un paseíto empujando la silla de ruedas materna con madre encima que plegarla ( la silla, no mi madre), meter el artilugio en el coche, meter también el andador para que mi anciana y venerable mamá pudiera dar unos pasitos en brazos del policía de la puerta mientras yo me comía el coche… En fin, que eché a andar empujando la silla con mi mami. Y sí, probablemente era más simple pero, creedme, matador también fue. El colegio de las narices estaba al final de una cuesta y las cuestas hay que bajarlas y subirlas, eso seguro. Y además empezó a hacer calor. Esos calores africanos que suceden en distintos pueblos de Madrid Comunidad cuando una pensaba que qué mañana tan fresquita, me llevo la chaqueta por si acaso.

Para seguir empujando y no morir en el intento planté bolso y chaqueta en brazos de mi madre que, lo reconozco, es de buen conformar. Aunque votemos distinto e incluso opuesto. Desde el 82 porque antes no se podía. _»Hija, qué paliza te estás metiendo, pobre» decía ella.

_ «Date por votada hasta el próximo milenio, madre o por lo menos hasta que cambies de opción política», decía yo a punto de hiperventilación.

Terminé con mi madre (o más bien terminó ella conmigo), me despedí y acudí de nuevo a votar. Tampoco hubo suerte esta vez. La cola había crecido. Días hay en que es complicado ser màs demócrata que ninguna. Entonces fui a llevar a votar a mi hijo. Que quería votar conmigo, qué divertido, y yo a mi hijo no le niego nada. Y por supuesto, también vota diferente a lo que voto yo.

Como Madrid Comunidad tiene tantos pueblos mi familia vota o lo intenta en Majadahonda, Pozuelo de Alarcón, Alcorcón y Alpedrete. Sólo conduce la de Alpedrete. Para cuando llegué a Alcorcón ya me había quitado la camiseta azul marino que llevaba bajo un bonito blusón en tonos azules y ciertamente transparente. Pero ya para entonces me daba igual. Recogí a mi hijo y nos fuimos de safari a la caza de «su» colegio electoral. Que estaba lejos y hecho un horno. La combinación de mi amor por la democracia, el imprescindible tercer viaje turístico-rural del día y el intenso calor hizo que mi bonita media melena a dos colores (ahora soy blanco y negro como el café) se me quedara pringosa y adherida a cráneo y cogote. Como si no me hubiera lavado el pelo desde la Primera Comunión. Lo solucioné con un moño rápido estilo la abuelita Paz de los tebeos.

En la cola, un amable joven me indicó «a la izquierda, señora, mayores de 65 por la puerta de la izquierda y sin esperar». Con lo cual decidí que el moño me hacía un poco mayor pero que fantástico. Votó mi vástago, se comió un trozo de tarta de queso hecha por mis manitas que le había llevado, me dió un beso de mascarilla y se marchó a jugar al pádel. No he llamado todavía para averiguar si se ha licuado.

Volví a mi cola de votar por tercera vez y… ¡¡¡voté!!!. Lo digo en serio, soy más demócrata que nadie. Y perdonad que me haya extendido al contároslo. Ahora que mañana, agujetas fijo.

SAMARKANDA

domingo, abril 11th, 2021

He estado pochita unos días .Y no, no parece ser del virus. Resulta que además del dichoso bicho continuamos padeciendo trancazos, estómagos revueltos y otros males propios de la estación o, mejor dicho, del cambio de la estación.
Lo mío, creo, es que me puse pachucha debido a la felicidad. El Jueves Santo me marche a casa de una prima mía en Aranjuez. Sol estupendo a ratos y el Tajo sacado del libro de geografía de cuando éramos chiquitinas y puesto a rodear el huerto. La finca tiene además un cenador. Algo sumamente insólito en estas tierras de garbanzos. Precioso. Y de las labores hortofrutícolas se encargaba mi prima que para eso es la señora del castillo. Aunque debo decir que no se trata exactamente de un castillo ni falta que hace. La cuestión es que yo no pegué ni clavo, tomé el sol y fui muy feliz.

El Viernes Santo me fui con una amiga de la infancia (de la primera infancia, concretamente) a comer a Madrid que es la capital. Y a ver la expo del Thyssen que también está en la capital. La capital es que da para todo. Y allí, entre los expresionistas y sus chafarrinones de color fui de nuevo muy feliz.

Hacía tiempo que doblegada, yo o mis amigas. por la amenaza del Covid no me decidía a salir de casa. Y cuando me decidía, nadie venía conmigo. Por eso el atracón de ver gente y hablar con personas, de disfrutar las comiditas, de mirar el Tajo y la alameda, y los cuadros y los dibujos y… me ha proporcionado un subidón de felicidad. Otra cosa es que después más dura será la caída.

¿Y por qué Samarkanda? Ah eso os lo cuento otro día

ESTADO DE ALARMA

domingo, marzo 21st, 2021

Os pensareis que voy a hablaros de la pandemia maldita. Pues no. O de política. Y tampoco porque está la política como para hablar de ella. Horror.
Quiero hablaros de un estado de alarma que me sorprende y además me incordia desde hace tiempo. Mucho. Aunque ya me había olvidado de él.

Voy al Centro Comercial Tremendo y Enorme donde está mi óptica y también mis gafas de cerca, lejos y sol (estas últimas de regalo).

Las pruebo, las pago y salgo. Alegre porque ahora dispongo de nuevo de lo imprescindible para pasear escaparates: capacidad de visión. Como, debido a la dichosa pandemia, he perdido por completo la musculatura precisa para ir de compras y también gran parte del interés por esta actividad, en cuanto veo un par de Ultimos Días de Outlet y otro de Nueva Temporada de Primavera ya estoy agotada y aburrida, por ese orden.

Decido pasar por el lavabo (delicioso eufemismo) e irme a tomar un café que me levante el ánimo. Y ahí, justo enfrente del Señoras, me sorprende de nuevo el estado de alarma que os decía.

PUERTAS ALARMADAS exclama en mayúsculas hiper grandes cada cartel sobre cada puerta. Lo encuentro terrible y me asusto de aquella manera. Si hasta las puertas del Centro Comercial Tremendo y Enorme se alarman, no voy yo a ser menos. Señor, Señor, qué temporadita llevamos.

EL DIA DESPUÉS

jueves, marzo 11th, 2021

La tecnología informática y yo nos llevamos como un matrimonio de larga duración y no especialmente bien avenido. Nos necesitamos y, como el roce hace el cariño, no sentimos un odio exagerado de una hacia la otra y viceversa. Pero tampoco estamos en esa etapa primeriza en que creiamos que nuestra mutua compañía nos cambiaría la vida. Para bien, se entiende. Todo lo cual viene a que el siguiente comentario era del 9 M y previo descuelgue completo de Internet solo ahora se hace visible. En fin.

Lo de las mujeres empezó el día antes que, siendo domingo, fue una suma de tiempo libre y demagogia. Y aqui estamos, en el dia después, con algunos comentarios esclarecedores y otros más demagógicos aún que los de anteayer. Me parece a mí que hay ciertas cosas evidentes y el resto son fantasias y ganas de marear la perdiz. Estas son solo mis opiniones, claro.

La actual estructura social penaliza a las chicas, nosotras mismas. Somos nosotras las que compatibilizamos (como podemos) el trabajo dentro y fuera de casa y el cuidado de los hijos, los mayores y los enfermos. Y en este aspecto tenemos para rato.

Ni géneros, ni teorías ni pamplinas (palabra antigua que me encanta). De momento los maltratadores son hombres y las mujeres las maltratadas. Si hay algún caso contrario (yo conocí uno hace tiempo) se trata de la excepción que confirma la regla. Y los violadores, en manada o no, son hombres y las violadas, mujeres. Lo que, por supuesto, no significa que todos los hombres sean unos bestias y todas las mujeres unas benditas.

Y no es preciso entrar en más polémicas sobre el feminismo, el machismo y muchos etcéteras. Cualquier mujer sabe que queda un camino largo para la igualdad. Y que ésta no consiste en que las chicas seamos bomberas o los chicos cocineros de fin de semana y barbacoa con estrella Michelín.

Para mí la única forma de mejora está en la educación que les damos en casa, en lo que ven (más que en lo que escuchan) cuando les ponemos delante el desayuno o les limpiamos los mocos. Y, tal vez, antes de eso, en hacernos conscientes nosotras mismas y nosotros mismos de cómo estamos funcionando en el plano personal. Para eso no nos hace falta esperar al próximo Ochodemarzo.

VISIÓN NÍTIDA

domingo, febrero 28th, 2021

Ya sabemos que el hombre es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra. Pero conozco alguna mujer, yo misma por ejemplo, capaz de quemarse dos veces con el mismo horno y en la misma tarde. Que me dio por hacer comiditas y se me ha quedado la piel del brazo derecho print tigre total.
A pesar de mi tendencia a ver siempre el lado bueno de las cosas pues… me voy a ver la tele nueva para consolarme y amortizarla un poco.
Y ay ay ay canta y no llores… Para ver lo bueno a veces hay que esforzarse. En cambio lo malo salta a la vista.
La No Muy Grande como bien me dijeron ,tiene una visión muy nítida. Pero resulta que esta cualidad no es siempre lo mejor. En diez minutos de pasear por los programas varios he descubierto que Russell Crowe tiene toda la frente llena de granos. Ugh. Y también Cameron Díaz.. Y tremendo, tremendísimo, Robert Redford no sólo padece últimamente de una mala cirugia sino que en plena juventud, belleza y caída de pelo rubísimo sobre la frente, tenía ya tres bultitos bastante asquerosines junto a la boca que parecía tan besable .
No he querido asomarme a Brad Pitt ni a Ben Afflek ni a mi muy favorito George Clooney… Reconozco que Russell Crowe no me gusta fisicamente ni en Gladiator. Peliculón de romanos en minifalda donde lo único que aprendí es a decir Gladiador en inglés. Pero los demás y más que se me ocurren ahora… Uff. Ojalá la No Muy Grande entre pronto en la etapa de vista cansada porque está destruyendo mis grandes mitos de juventud. Y de madurez también.

NO MUY GRANDE

lunes, febrero 22nd, 2021

Me llaman del banco. Que hacen saldo de la multitud de cosas no bancarias que nos ofrecen siempre a plazos y a barullo. Los bancos cada vez se parecen más a un bazar. Esta vez se trata de una tele. Como la mía tiene cierta antigüedad y una manchita en la pantalla, arriba a la derecha, que si hay dos besándose no me deja ver más que a uno, decido aceptar la oferta.
Pregunto cómo es. Samsung me dicen. ¿Y de tamaño? inquiero de nuevo. No es muy grande pero la visión es magífica (de eso hablaremos otro día), me dicen. Bueno, pues vale. Me la mandan a casa previo compromiso por mi parte de pagar una pequeña cuota mensual hasta el Armageddon (más o menos)
Cuando llega el mensajero con la tele comprendo inmediatamente que, en realidad, es una tele con mensajero. La «no muy grande» puesta de pie me llega hasta la nariz. Y de ancho es como yo misma desplegada por los laterales.
Animosa como soy pienso que se debe a estos embalajes modernos que abultan tantísimo y que dentro de la caja estará mi tele nueva de medidas razonables atrapada en un marco de esa especie de corcho blanco cuyo nombre no recuerdo ahora. Y con todos los huecos rellenos de esas bolitas blancas, primas del anterior, que sirven para proteger a la «no muy grande» y desparramarse por el suelo de toda la casa en cuanto retiramos el embalaje. Y digo «retiramos» porque han hecho falta tres personas, bueno, dos y media porque reconozco que yo no he sido de gran ayuda, para extraerla de su caja y subirla a su sitio sobre una mesita antigua que no sé cuánto resistirá.
Eso sí, no ha hecho falta buscarle un nombre. Mi televisión nueva se ha ganado a pulso (de los que la mueven e instalan) su nombre magnifico de reina de la copla. Mi tele de ahora se llama «La No Muy Grande».

ASINTOMÁTICOS

martes, febrero 16th, 2021

Lo comenté el otro día con un amigo que se quejaba un poco de su madre, muy joven y algo peleona. Al parecer, la buena señora se había pasado media vida lamentándose por no tener nietos. Por no tenerlos prontísimo, se entiende. Y ahora que los tiene, suspira porque apenas le queda tiempo libre para ella, dedicada en cuerpo y alma a los tan deseados vástagos.

Conozco a un señor bastante anciano, más cerca de los noventa que de los ochenta. Vive en su casa con un chófer, mayordomo, cocinero y ayuda de cámara (siempre la misma persona, claro, que no están los tiempos para tener, como antes, todo un cuerpo de casa). Sus seis hijos y sus familias se turnan para visitarlo y hacerle compañía porque en tiempos de pandemia no convienen las reuniones multitudinarias. Con todos se lleva bien y ellos le quieren todos. Su salud, teniendo en cuenta su edad, es francamente buena. Pero… no rebosa felicidad. A menudo está un poquillo quejoso.

Pienso que ambos, la madre de mi amigo y el señor mayor, son muy felices. Tienen en la vida todo lo que querían, seguridad económica, familia cercana y amorosa, suficiente salud y algunos etcéteras. Pero no acaban de darse cuenta.

Yo creo que son Personas Felices Asintomáticas. Y como no reconocen los síntomas, apenas notan lo felices que son.

MUJERES ESPACIALES Y ESPECIALES

domingo, febrero 7th, 2021

Hoy he dedicado la mañana al arreglo de plantas. Que dentro de casa son sólo cinco. No sé si debido al frío de fuera o al calor de dentro, ha habido un suicidio vegetal colectivo después de navidades. Así que he pasado la mañana salvando (o no) los restos del naufragio. Debo reconocer que mis plantas son muy monas pero hablan poco. Y eso me deja sitio mental para pensar.

He pensado en las Mujeres Espaciales. Las llamo así porque ocupan un montón de espacio por todas partes. Salen en los papeles y en las redes sociales. Y en la tele, claro. Las Mujeres Espaciales suelen tener grandes pechugas (carísimas) y traseros increíbles (también carísimos) y ropa y casa a juego. Reconozco que, en general, no me interesan .

Lo que me llama la atención son las Mujeres Especiales. Señoras que despiertan admiración, ataques de amor variados y de distinta procedencia, mucha envidia también. Son brillantes en lo suyo, asombran siempre. Por ejemplo, un clásico o, mejor dicho, una clásica: la señora de Dalí, antes señora del poeta Paul Éluard. Gala no tenía curvas prominentes ni era guapita de cara. Ni siquiera simpática. Pero enamoró a Dalí y Éluard siguió enviándole cartas de amor tirando a enloquecidas incluso cuando ya estaba casado con Nusch, su segunda esposa.

Algunas se han criado ya en un ambiente exagerado. Quiero decir que les resultaría dificil ser Mujeres Corrientitas. Rebecca Miller, por ejemplo. Directora y guionista de cine y actriz. Esta estupenda señora no sólo es hija del dramaturgo Arthur Miller (sí, el de Marilyn Monroe) y la fotógrafa Inge Morath (ella misma una Mujer Especial fotógrafa admitida en la Agencia Magnum cuando la Magnum eran Robert Capa, dos más y el del tambor), no. Es que además está casada con el actor Daniel Day-Lewis, este señor tan atractivo que nos cautivó en «La Edad de la Inocencia» a pesar de tener el pobre tan mal cutis.
Todo ello me da mucho que pensar y en ello sigo. Admito sugerencias.