Despliego pestaña esta mañana y miro hacia la ventana del dormitorio con sus jardineras de petunias y vincapervincas y su hiedra trepadora…. Es un paisaje chiquitin pero muy alegre en tonos fucsia y blanco que me saluda cada día mientras dura el verano. Y la hiedra le añade frescura. ¿La hiedra? ¿Dónde está la hiedra? Me levanto y me lavo la cara para espabilarme porque me temo lo peor. Me pongo mi vestido de andar por casa que es más bien una túnica de odalisca y por eso me sienta tan bien. Porque a simple vista nadie puede dudar de la odalisquez de mis formas. Voluptuosas. Y a vista complicada, tampoco. Me engancho la mascarilla a las orejas y voy a ver qué ha pasado.
Para ello tengo que recorrer el caminito que pasa bajo mis ventanas. Algo agreste con sus pedruscos y sus hoyos sorpresivos. Procuro además no rodar por la pradera de césped que tambien hay. Esta urbanización tiene de todo, en tamaño XS, vale, pero de todo.
Llego a mis jardineras y …¡¡ lo que me temía!!. Ha pasado Jardinator. Con sus trastos de podar y sigilosamente. Como siempre. Jardinator odia la hiedra en cualquiera de sus formas. Venenosa o benigna, verde claro o de esas pequeñas con una rayita blanca.
No sé cuántas veces se lo he avisado por la ventana cuando le veo venir con su mirada de matarife: «¿Ve usted la hiedra esa de la esquina junto a las vincapervincas y las petunias???? Pues esa hiedra ni tocar» Le da igual. En cuanto me despisto, Jardinator arrasa la hiedra. Lo suyo es un absoluto delito de odio.
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DELITO DE ODIO
miércoles, septiembre 30th, 2020OS PONGO AL DÍA
jueves, septiembre 3rd, 2020La pandemia le ha hecho cosas muy feas a mi ordenador. Tantas que me he visto obligada a concederle la jubilación y comprarme otro que, de momento no tiene ni ni nombre pero todo se andará.
Por si esto fuera poco, algún ser maligno ha intervenido en mi página y la ha convertido en una tienda online de ropa barata. Eso es lo que más me duele. Porque si al menos se tratara de una tienda de lujo o, al menos, clasicota… Pero no.
He tenido que cambiarme a lo más parecido posible: ahora soy
ESTUPENDALICIA.COM
Y además, en este desorden se me han quedado algunos post dando vueltas por el éter o por donde den vueltas las entradas de blog perdidas. Os las pongo aquí para aprovecharlas aunque hayan perdido inmediatez. Aqui no se tira nada. Y… ¡eso es todo amigos!
BUENOS DIAS
sábado, agosto 10th, 2019Deseosa de saber si puedo realizar alguna actividad cultural sin tropiezos, insisto en recrearme la vista y voy con otra amiga a ver la exposición del Thyssen sobre Balenciaga y la Pintura Española. Me encanta. La recomiendo muchísimo.
Eso sí, debido a las necesidades de conservación de los vestidos, todo queda en una penumbra peligrosa. Pero no me caigo ni nada. Y como mi amiga lleva a mano las gafas de ver cartelitos me los lee para que me entere de qué Greco o cuál Zurbarán están de fondo.
La exposición es muy amplia y desde luego el comisario y adláteres han trabajado a fondo. Vamos pasando de sala en sala y en una donde en la entrada están juntas dos ¿ujieres? ¿bedeles?, en fin, dos señoritas de uniforme, saludo.
_Buenos días.
_Sí, buenos días ¿qué quería? _Me responde una de ellas.
Me quedo un poco sorprendida.
_Pues, eso, darle los buenos días _digo_
_Sí, buenos días, pero ¿cuál era la pregunta?_insiste amabilísima_
Tuvimos una charla pequeñita para aclarar el asunto y aclararnos nosotras. Resulta que nadie las saluda. Que las miran _me dicen_ de pasada, como si fueran otro cuadro más. Así que si alguien se dirige a ellas, creen siempre que van a preguntarles algo.
No se me había ocurrido. Yo saludo siempre.
_Debe ser que las demás personas han ido a otro colegio que yo _explico_.
Porque en mi cole y en mi casa me enseñaron desde pequeñita que hay que dar los buenos días a todo el mundo.
Y mirarles al pasar, claro. Para darse cuenta de que están ahí.
¿ES LA CULTURA BENEFICIOSA_ (y II)
martes, julio 23rd, 2019Para el intelecto, puede. Porque el intelecto, sin querer hacerle de menos, florece con cualquier cosa. Pero para el físico… tengo mis opiniones (contrarias).
Para celebrar el día del Carmen y ya que la literatura se porta tan mal conmigo, quedo con mi amiga Gloria en el Museo del Prado. Decido probar uno de los inventos disuasorios de Carmena y dejo el coche en el aparcamiento de la Universidad. Luego cojo el metro, espero un montón (horario de verano y media mañana), hago transbordo, espero otro montón y llego a Sol. Que, por lo menos, vuelve a llamarse Sol como la Puerta y no con marca publicitaria previa.
Voy algo acelerada, lo reconozco, porque tanto homenaje a las ideas de Carmena me ha retrasado bastante. Ando esquivando turistas en pandilla, turistas en pareja y turistas infantiles (los más y más peligrosos). También esquivo muñecotes de dibujos animados, incluido el Ratón Mickey talla gigante, que se dejan fotografiar con la infancia viajera y deseosa de nuevas experiencias.
Y ese conjunto de circunstancias unido a unas comodísimas pero engañosas sandalias con cuña, que me elevan 8 cms sobre el pavimento, es lo que precipita el desastre. Y me precipita a mí de paso sobre los adoquines más turísticos de Madrid. En plena Puerta del Sol y a 50 mts. del Kilómetro Cero.
Madrid, rompeolas de todas las Españas que cantaba Machado, don Antonio, te rompe además los tobillos a poco que te descuides. Y, si no eres previsora y vas con la boca abierta hablando por el móvil, los piños también.
No es mi caso porque yo me caigo mucho y tengo cierta práctica. Es de familia, me abollo pero no me rompo. Al menos hasta ahora.
Debo decir que las hordas de turistas pasaron ampliamente de mí. Pero los nacionales, no. Los nacionales, todos a una como los de Fuenteovejuna, se empeñaron en izarme, ponerme en vertical, sacudirme la ropa porque los adoquines de la Puerta del Sol están de color gris marengo debido a la polución y el gentío que los pisa, preguntándome todos a la vez:
_¿Está bien señora? ¿Se ha hecho daño? ¿La acompaño al ambulatorio?
Y todo ello sin robarme el bolso siquiera. Para que luego digan. Enfilé la carrera de san Jerónimo a paso ligero, con Fra Angélico en el corazón y el corazón en la boca por los 47 º grados centígrados (aprox.) del exterior y el exceso de combustión interior que provocan estos sobresaltos.
Menos mal que era cuesta abajo. Y que mi amiga Gloria no se había licuado en la espera junto a la estatua de Goya. La exposición de Fra Angélico, una maravilla. Pero, insisto, la cultura no es beneficiosa para la salud. No quiero pensar qué habría podido ocurrirme si llego a ir a un concierto.
¿ES LA CULTURA BENEFICIOSA_ (I)
sábado, julio 20th, 2019Me refiero a si es beneficiosa para la salud como la gimnasia o los alimentos a la plancha. Y la respuesta es NO. La cultura no es beneficiosa para la salud. En absoluto. Que no.
Ya sé que os di alguna pista en mi última entrega. Ahora os lo voy a contar en dos partes para que no hagáis mucho esfuerzo porque es veranísimo y sudan hasta las neuronas.
La cuestión es que me levanto una mañana con la muñeca izquierda hecha polvo. Y apenas puedo mover el pulgar. Duele. Deduzco que he dormido en una mala postura y se me pasará en breve. Por la tarde y en vista de que el dolor no se pasa ni en breve ni en largo tiempo, ayudo con un anti inflamatorio. Esto me deja dormir como un tronco pero al día siguiente sigue doliendo.
Me pregunta la médica si he hecho esfuerzos o levantado pesos. Contesto que no, dado que soy diestra y los trabajos duros los dejo para la mano derecha. Entonces ella afina:
_¿Sueles leer tumbada?
Que sí, claro, que leo en la cama todo lo que puedo. Mi querido tío Juan decía que en nuestra familia empleábamos los libros como píldoras para dormir.
_Y sujetas el libro con la mano izquierda ¿verdad?, pregunta la médica sabia.
Tiene razón y el último libro no era precisamente de bolsillo sino de mochila, por lo menos. Incluso de maleta tamaño cabina. Con el peso inherente a sus dimensiones.
Y ahí estamos. Tendosinovitis de Quervain. Quervain es el médico que le puso nombre a este dolor y sus causas. El nombre suyo precisamente.
Reposo de la mano izquierda. Inmovilización del pulgar para que se relaje. Nada de torsión de muñeca, pesos ni esfuerzos. Si hay que sujetar el vaso del daiquiri veraniego, que sea con la diestra. Y si es de cerveza con mayor razón porque pesa más.
La cultura es regular para la salud. Y ya sé que existen los libros electrónicos.
EL ASPIRADOR MALDITO
jueves, julio 11th, 2019Entre las cosas que menos me gustan de ser pobre _de ser pobre en esta edad provecta en que todo debía ser disfrute y holganza_ está el tener que pasar el aspirador. Odio este trasto.
En mi opinión tiene un exceso de tubos, cables, cepillos y dimensiones del cuerpo principal sumamente complicados. E incordiantes. Peligrosos incluso. Porque se lían entre ellos y ellas y en cuanto te descuidas te vas al suelo a hacerles compañía. O te atizas con uno de los tubos en la espinilla.
Y a propósito de tubos: he pasado por la vida siendo bajita y estupenda hasta mi encuentro con este aspirador. Nunca me ha molestado medir menos de 160 cms. Soy la reina de los banquitos y las escaleras y nunca he echado en falta ese par de palmos de altura que me hubieran convertido (supongo) en una modelo de vida azarosa (supongo de nuevo).
Si acaso, una temporada en que el entonces Amor de mis Amores y Flor de mis Flores y, ahora, Espinoso Cactus, se compró un coche nórdico a tope. Un Volvo era. Y por mucho que bajara el asiento del copiloto, que era yo, me colgaban los pies.
A veces tengo algunos problemillas con los nuevos armarios de cocina diseñados para las también nuevas generaciones. A las que tan proteínicamente alimentamos y pusimos a hacer deporte cuando las extraescolares que nos llevan una cabeza. Por lo menos. Pero para eso están los taburetes y, en todo caso, una hija o sobrina que dé la talla.
Ahora, con el aspirador no hay apaño posible. Montados los dos tubos que configuran el tubo largo (venían así de la tienda y no consigo separarlos), la curva de la manguera o como se llame el tubo flexible y supuestamente blando que siempre se rompe lo primero, la curva esta digo, me llega a la altura de la oreja. Es más, en cuanto giro a uno u otro lado, me golpea con saña en la mencionada oreja. Y a ver cómo aspiras y te llevas todas las pelusas sin girar a izquierda y derecha como cualquier político.
Aparte están la curvatura de la espalda que, en la zona lumbar, queda tan pero tan perjudicada. Y el arrastre por toda la casa en plan folclórica yunta de bueyes tirando de piedra o troncos. Y el amasijo en que se te convierte la muñeca para llegar con el cepillo a esos rincones secretos que existen en cada habitación.
Tengo estos días una tendinitis en la muñeca izquierda que achacaba al aspirador. Pues no. Al parecer proviene de sujetar un libro de mucho peso que leo en la cama. Podríamos decir que es una tendinitis cultural, o sea, muy mía. Los males del aspirador , en cambio, son de marujas y pobres.
LA RECAÍDA
martes, julio 9th, 2019Desde el viernes 16 de junio, día de san Aureo, santa Julita y santa Lutgarda entre otros, hasta el reciente jueves 4 de julio, día de santa Isabel de Portugal y san Valentín de Berriotxoa y día también de la declaración de Independencia de Estados Unidos… pues que entre ambas fechas me he caído dos veces.
He tenido una caída MasterChef en la cocina de casa. Una caída que primero fue a cuatro patas al objeto de pulverizarme las rodillas y a continuación se prolongó en un decúbito no sé si prono o supino porque hace tiempo que no veo una peli de detectives (que es donde una aprende a diferenciar los decúbitos). El caso es que hubo que llamar al servicio para que me ayudara a levantarme porque yo solita impossible mission.Y sin Tom Cruise ademas.
Y una recaída tan Espectacular que no sé cómo llamarla. Fue primero una caída Intelectual, ya que se produjo en las escaleras de la Biblioteca Rosalía de Castro de Pozuelo de Alarcón. Justo salía por la puerta y los escalones se abalanzaron sobre mí rapidísimos y con muy malas formas. Veloz yo también intenté esquivarlos echándome ligeramente a un lado. Y fracasé. Se convirtió el tortazo entonces en una caída Ecológica puesto que tanto los escalones contra los que arremetí a caderazos como la pared lateral donde empotré la cabeza, eran de granito de la sierra de Guadarrama. Un granito gris conocido por su especial dureza y resistencia a los golpes, cuyas canteras están casi a la puerta de Madrid, es decir, producto de la tierra y sin intermediarios. Tengo un chichón de tamaño regular, un cardenal de la misma talla en la cadera, justo donde se apoyan los nardos y el pantalón blanco que llevaba que ya no es blanco sino color “piedra”, mucho más elegante.
Lo de caerse en picado al suelo o rodar en escalón-crossing tiene su gracia al principio. Pero una vez que ya le has cogido el truco, aburre. Bastante.
Así que telefoneo a mi prima la Bruja de la Lejana China por si puede apañarme algo más divertido. Que está en un akelarre, me guasapea, y que hablaremos cuando acabe. Me pongo contentísima porque de una reunión de estas salen todas muy animadas y deseosas de hacer experimentos y cuidar o descuidar _según gustos_al que se ponga a tiro.
Cuando hablamos otra vez, ella está en el coche. De verdad que pudiendo tener escoba mágica no sé qué hacen estas brujas modernas todo el día en la carretera y con el manos libres. En fin que le cuento. ¿Y qué hace ella? Se ríe a carcajadas, donde le verá la gracia a que vaya yo dejándome las articulaciones y tiritas de piel si se tercia por todo el paisaje ibérico…
Es que las Brujas de la Lejana China cada vez se parecen más a los médicos de medicina tradicional occidental, que se ríen del paciente o le faltan al respeto a las primeras de cambio. Cuando deja de reirse, me explica que las caídas repetidas son Autocastigo. Así, con mayúsculas y todo. O sea que el paciente que se cae con frecuencia lo que está haciendo es Autocastigarse. Y no soy yo quien para discutir los diagnósticos de mi prima la Bruja de la Lejana China. Desde luego, la parte auto no sé cómo será. Pero la parte castigo es tal cual lo que su nombre indica.
Ahora a esperar que me mande algunas de las hierbas/pastillas de nombre exótico que les vuelven locos en la farmacia. Esas del Chi Sun Ji Guay o Chu En Lai o algo similar, que me devulevan el equilibrio y me perdonen el Castigo que del Auto ya me encargo ho.
UN REGALO
viernes, abril 5th, 2019Esta casa nueva es como un hijo y como cualquier hijo, no deja de darme alegrías.
Gracias a ella conozco a mogollón de empleados de Movistar, alguno del seguro de hogar (rama neveras y congeladores), varios jardineros, una señora de la limpieza y una limpiadora (que no son lo mismo, de verdad), un fontanero, un empleado de mantenimiento etc.
Muchísimas personas. La mayoría de allende los mares (del sur, este y oeste) y otros de allende el Danubio que, azul o no, está lejísimos. También hay personal local.
Esta casa es una auténtica relaciones públicas. Me pone en contacto con personal diverso, hace las presentaciones y luego se esconde, discreta, en la creencia de que ya nos apañaremos nosotros. Es una creencia a menudo equivocada.
Con todo ello, días hay en que estoy de la mencionada casa hasta el gorro.
Bueno, pues la semana pasada me ha hecho un regalo que me obliga a perdonárselo todo.
Volvía yo después de aparcar andando por los jardines y por la tarde. Y de repente un perfume intenso me atacó por el lateral. Concretamente mi perfume natural favorito. Miré a mi alrededor sorprendida porque por la mañana, cuando hice el recorrido inverso, no hubo perfume, natural o no.
Y allí estaba. Justo delante de la ventana de mi dormitorio. Un arbusto pelado hasta hace poco y que luego había echado cuatro hojas verdes y anodinas. Esa mañana era sólo la evolución primaveral de un matojo. Y esa tarde se había convertido ya en un enorme ramo de lilas contradictorias. Las llamo así porque son lilas blanquísimas en vez de atenerse a lo que su nombre indica.
Las lilas contradictorias son un regalo de mi casa nueva. Las flores duran poco pero cuando desaparezcan, ahora sé también que están ahí, escondidas, disfrazadas dentro de un arbusto corrientito, como para no llamar la atención.
MUNDO INSÓLITO
sábado, febrero 23rd, 2019No tengo muy claro si este título viene de las páginas centrales del Hola o de algún tebeo de mi infancia. Pero se me ha ocurrido aquí mismito, sin salir de casa. Porque en mi casa suceden cosas cuando menos desconcertantes.
A veces los cajones del congelador se adhieren al fondo y entre sí que ni con agua caliente, de verdad. No es un dicho. Es la cruda y sobre todo, fría, realidad. ¿Por qué se adhieren? Porque una, fina primero y luego bastante gruesa, capa de agua congeladísima los rodea. ¿De dónde sale el agua? Pues eso es lo insólito. En un frigorífico tan No Frost como el que más, sin conexión a las mangueras del jardín o la piscina del vecino.
Y hablando de vecinos. Vivo ahora en un bajo y estoy de limpieza en el cuarto de baño. Tiro el agua del cubo de la fregona al váter. Y tiro a continuación de la cadena. Y el agua no se va. Todo lo contrario. Sube y sube hasta casi desbordar la taza. Ya que estoy metida en faena, cojo el desatascador y ataco con furia.
Me temo lo peor. Porque en principio desconfío de un inodoro atascado. Muchas historias he oído sobre crías de cocodrilo o serpientes pitón de siete metros que se pasean por los desagües. El desatascador hace honor a su nombre (si es que se llama así) y hace aflorar desde el subsuelo medio kilo de papel higiénico blanco en trocitos y… un calcetín. Blanco también.
Y ahora viene lo insólito. ¿De quién es el calcetín? Es grande para mi pie y diminuto para el pedazo pie de mi hijo. Y no siendo de casa y estando en el bajo deduzco que el calcetín en cuestión viene de arriba. Aparte de que en mi familia nunca ha habido la afición de ir metiendo calcetines en los váteres. De hecho cuando mis sobrinos mellizos eran pequeñísimos sí tuvieron una etapa
exploratoria de los misterios de la naturaleza. Pero lo que tiraban al váter (y empujaban luego a ver qué pasaba) eran libros. Concretamente los que dormían en la balda más baja (y por tanto, accesible) de la librería del pasillo. Jóvenes intelectuales eran mis sobrinos.
Y misterioso el vecino calcetinero. Como además no utilizo el ascensor no puedo subir con un vecino e inmediatamente mirarle los pies a ver si da la talla.
Mundo insólito, ya digo.
CAMA Y PAREDES
sábado, enero 26th, 2019Quiero contaros que la mudanza esta eterna (hoy he tenido pintores en casa que para eso es sábado) está teniendo consecuencias en mi físico y en mi química.
El día 13 de enero pasado, domingo caminito del lunes, a las 7 horas y 12 minutos, me he caído de la cama por el lado donde en mi anterior dormitorio había una pared. En mi cuarto de ahora no hay pared.
Sé la hora exacta porque en mi ansiedad por agarrarme a algo tiré la lámpara de la mesilla de noche, dos libros que dormían allí y algunas cosillas más.
Ya en suelo firme (todavía no he sacado las alfombras pequeñas) me quedó justo enfrente, a la altura de los ojos, talmente como deben colgarse los cuadros, el reloj. Y esa hora marcaba.
En conjunto ha sido una experiencia enriquecedora por lo novedosa. Aunque tiene algun precedente. Recuerdo que con 3 ó 4 años también me caí. Por causas de las que no guardo memoria.