Archive for the ‘Uncategorized’ Category

INSTRUCCIONES

domingo, julio 29th, 2018

Creedme, no sólo hay que leerse las instrucciones. Además hay que hacerles caso. Y, a veces, eso es lo difícil.

Los que me conocen ya saben que me aburre sobremanera tomar el sol. Piscina, sí. Solazo en la hamaca, no.

Se trata de algún resto de mi carácter de adolescente. Mar, mucha. Solazo en la toalla, no.

Mientras mis amigas los últimos días del curso, se arremangaban el uniforme y se daban la crema de la vaca y el unte de zanahoria en tubo e incluso aceite de coco o similar para freirse mejor, yo… Yo, no. Lucía por entonces un bronceado natural que me evitaba esas fatigas. Qué poco sabía en aquellos años que la vida me lo arrebataría.

Resulta que, con la edad, la melanina se estropea. Como todo. Yo empecé destiñéndome y perdiendo color. Y ahora tengo un tono acelga de invierno que es preciso remediar a base de sol o sucedáneos. Porque la melanina unos días se dispara y otros se va a tomar viento.

En un sarao familiar veo a dos de mis primas, ya morenas de natural, con bronceado conguito. Corro a preguntarles si a ellas no se les ha ido la melanina a esparragar. Me dicen que sí pero que se ponen una maravillosa crema colorante, cuya virtud principal es no volver la piel amarillo limón ni naranja butano. Algo que a las oscuritas nos sucede con toallitas, esprays y cremas varias amorenantes.

Tomo nota del nombre y marca (¡¡encima no es cara!!) y al día siguiente me la compro. Por la noche, leo las instrucciones y me planto frente a la tele. Pongo peliculón de amor y lujo que tengo grabado y me unto por arriba y por abajo y por los laterales. Guapísima preciosa quedo. Y distraída con el peliculón que es de mucha emoción y más llorar.

Hasta la mañana siguiente no me he dado cuenta de que no me había lavado las manos inmediatamente con mucha agua y mucho jabón como mandaban las instrucciones.

No sabéis como tengo las palmas de las manos. Un tono mandarina salvaje tremendo. Tres días con las manos en los bolsillos. Ahora, de cara, doradita y monísima.

UN CONTRAPARIENTE

miércoles, julio 4th, 2018

Ultimamente voy lentísima y espaciada. Que se me van las semanas sin escribir, vamos. Y eso que la mía no es una vida realmente agitada. Más bien me muevo en exclusiva entre madre e hijo. Y estos recientes días con los primos de América. O sea, que lo paso bien pero tampoco es para echar cohetes. Aunque hoy sea 4 de julio.

Pero tal día como ayer redescubrí vía guasap a un contrapariente que tenía algo olvidado. Él, que se apellida como yo, dice que no somos familia. Bueno, él se lo pierde. Pero dado nuestro común apellido, en algun momento genealógico hemos debido compartir un bisabuelo (o similar) pecador. Y, dada la extensión de mi familia (no sé de la suya pero seguro que no son pocos, la explosión demográfica es marca de la casa), un bisabuelito muuuuy pecador.

Él va en moto por la vida con las consecuencias previsibles (ya no estamos en edad de dos ruedas) y se ha marchado de viaje a no sé dónde. Ahora ha vuelto y me manda guasapitos chistosos y simpáticos.  O sea, un contrapariente como este verano: aparece cuando menos te lo esperas pero siempre es una alegría.

Prometo no dejar pasar otro mes sin contaros cosas.

rosa y alcachofa

jueves, mayo 31st, 2018

El jardín que se ve por la ventana de la habitación de mi madre es como una metáfora de la vida. Sí, como suena (que suena entre profundo y cursi, lo sé)

Resulta que crecen allí, juntas y revueltas, rosas y alcachofas. Pegaditas y, a mi gusto, algo crecidas de más con esta primavera que parece un homenaje al paraguas.

Las rosas son del color que su nombre indica y, aguacero tras aguacero, están alcanzando unas dimensiones tamaño repollo pequeño. Así las llamaba mi suegra, “rosas repollo”, a estas flores enormes y redondonas.

Las alcachofas, en cambio, son todavía medianas aunque prometen. De momento ya pasan de la talla de los llamados corazones (de alcachofa) y hace días que son bastante más grandes que los fondos esos que se sirven con foie (o sucedáneo).

Las rosas son bonitas. Mucho. Si no rimara en plan ripio diría que las rosas son preciosas. Y huelen además. A perfume de Adolfo Domínguez o así. Duran poco, qué se le va a hacer.

La planta de las alcachofas tiene toda la pinta de ser carnívora y crecer cada noche. No dormiría yo tranquila con eso bajo la ventana. Tampoco tiene aroma reconocible. Pero tiene la ventaja de que, tarde o temprano, dará lugar a un plato delicioso.

Esta primavera podemos elegir. En la vida, también. Yo me decanto por la menestra, artesana y sabrosa. Aunque la planta, la verdad, me da mucho miedo.

IDIOMAS

miércoles, noviembre 22nd, 2017

Acomplejados que somos en este país y más en esta parte del estado que no es Bilbao, creemos que nuestros políticos no saben idiomas. Y que la excepción es Puigdemont I el Huído. Que, por la parte de los pelos, debe tener algo que ver con Wifredo el Velloso. Supongo.
Y que nuestros escritores, periodistas y demás gentes de malvivir, tampoco. Excepción hecha tal vez de los corresponsales en el extranjero.
Bueno pues no. No hay más que oírles hablar o incluso poner por escrito sus ideas. La semana pasada, sin ir más lejos, oí en la radio que pagamos entre todos, que los ministros consellers habían sido removidos por el artículo 155. Removidos, ya veis. En mi casa sólo se remueve el colacao y en todo caso el nestquick, que es más moderno. Pero en Radio Nacional alguien sabe inglés, único idioma en que se remueve a la gente de sus cargos y empleos.
No sé a cuantos ministros les he oído decir que ponen en valor algo. O que lo van a poner. Si no supieran francés a la perfección dirían que resaltan o destacan lo que sea. Pero el bilingüismo o al menos el conocimiento en grado alto del gabacho les afecta. Y confunde. Seguro que a Puigdemont I el Huído le pasa igual.
¿Y la información sensible? La sensibilidad de la información sólo se da en nuestros telediarios. En los de habla inglesa lo sensible es más bien lo sensato y de sentido común. En Francia lo sensible es delicado. A lo mejor sí podríamos decir información delicada. Pero hablar de los papeles sensibles de Panamá o, ahora mismo, del Paraíso… nada, que me suena extraño.
Pero es porque yo, charlatana en lo que sea y mejor en francés o inglés, pero bilingüe, lo que se dice bilingüe…no.

NO SIN MIS SANDALIAS

domingo, octubre 29th, 2017

Ni de aquí al portal siquiera. A ninguna parte del mundo exterior voy a ir sin mis sandalias.
¿Qué no es época? Bueno, también era costumbre estrenar abrigo el primero de noviembre y si se hace este año puede una, por el mismo precio, perder un par de kilos a base de sudárselos. Bajo el cálido tweed y el más ligero pero también calentito Príncipe de Gales.
Iba yo por la vida con mis zapatos de gamuza azul, que son fresquitos, planos y, por tanto, aptos para patearse exposiciones. Y también a juego con bolsazo que, de momento, no saco del armario, no se vaya a acalorar.
Y de pronto me sentí princesa china. La auténtica Flor de Loto con los pies apretadísimos y al vapor. De verdad, con esta calorina y los zapatos de gamuza azul se me estaban quedando en versión dim sum.
Entonces se me ocurrió. En el maletero tenía unas sandalias recién recogidas del zapatero. Para dejarlas en plena forma antes de guardarlas hasta el año que viene. Y decidí que el año que viene era hoy mismo y ahora además.
Eché el coche a un lado, recuperé mis sandalias y sustituí los zapatos por esos elementos que dejan los deditos al aire y están llenos de tiras para sujetar el pie (o no, ya sabeis que de vez en cuando me caigo por mi flojera de remos). Una delicia.
Al llegar a casa, he sacado otro par de sandalias de la caja del verano. Así tengo quita y pon. Y nada de “ande yo caliente y ríase la gente”: yo fresquita y que piensen lo que quieran.

MIS MEMORIAS

domingo, octubre 22nd, 2017

Quedo con mi prima la Bruja de la Lejana China que me encuentra algo tensa.  Le doy la razón porque la tiene.

Por otra parte me cuenta que ella está teniendo unos fallos de memoria llamativos. Disiento medianamente. Si los suyos son llamativos los míos son trepidantes y con sexyround o sursumcorda o similar. Como se diga.

La conversación se enlentece un poco porque ambas queremos contar ejemplos de nuestras desmemorias pero a las dos se nos han olvidado la mayoría y así no hay manera.

Acordamos que la semana que viene, aprox. (porque llevamos vidas trabajadas y ocupadas),  ella se ocupará de mí con su sabiduría de la Lejana China, a ver si me mejora el cerebro o, al menos, el bazo. Mejorarme la vida no puede ni ella sola ni en akelarre con sus amigas. Por mi parte, yo le daré apoyo moral y femenino, tan sumamente necesario en cualquier momento de la vida y a veces tan escaso.

Esa noche, cuando voy a poner la alarma en el móvil, no lo encuentro por ninguna parte. Vacío el bolso-despacho, los bolsillos del pantalón y el único que lleva la chaqueta azul. Nada. Deduzco que lo he olvidado en el restaurante.

Al día siguiente voy al restaurante en cuestión.

_Buenos días, oiga, mire, que ayer me dejé aquí un móvil y …

_Ay señora _me interrumpe el camarero_, si sólo hubiera sido el móvil… También se dejó unas gafas y un abanico.

_No hombre, tantas cosas…eso será de otra mesa…

El camarero ni me discute, se acerca a la caja y vuelve con mi móvil, mis gafas de cerca y el abanico pequeñito y  blanco que me regalaron en la última boda.

No sé yo si podré esperar a la semana que viene para que me diagnostique y cure (ligeramente) mi prima la Bruja de la Lejana China. Pa mí, que esto mío es de Urgencias.

EL SERVICIO

martes, octubre 17th, 2017

O, más bien, ¡¡cómo está el servicio!! Esto, con título de película de Landa de los 70, me ha traído últimamente muchos sinsabores.
El penúltimo, con una señora de físico potente y, por lo que se vio luego, fuerza de voluntad más potente aún.
Alertada por problemas anteriores, le dije que una semana a prueba. Ella dijo que un mes. Yo, que en cuatro días ya sabía yo si nos ibamos a entender o no. Y así quedamos.
La primera noche me dijo que en su dormitorio sobraba un mueble viejo de ordenador puesto que ella no tenía ordenador y sí disfrutaría mi tablet que no precisaba mueble alguno.
Me dijo que quería tirarlo. Estuve de acuerdo pero también me negué a moverlo yo, que estoy delicada de la espalda y sumamente delicada de las rodillas. Que ella lo haría todo. Pues vale, le dejé una alfombra pequeña para que arrastrara el trasto y ya está.
Subió del departamento muebles viejos, basura y demás, pidiendo paracetamol porque resulta que también padecía delicadezas vertebrales.
Al día siguiente me la encontré en el minipasillo de casa, dirección cocina, enfundada (sólo) en unas braguitas de encaje sintético y color naranja butano.
Al tercer día le expliqué que, en mi opinión, no íbamos a entendernos porque no pensábamos ni parecido y eso que no habíamos hablado de religión, sexo o política. Le ofrecí pagarle los tres días supuestamente trabajados (que no lo fueron) y la insté muy educadamente a que se marchara.
Ella dijo NO. Y se sentó en la silla antigua del recibidor a pintarse las uñas.

EL SERVICIO (II)

sábado, octubre 7th, 2017

Y ahí nos quedamos. Mi madre y yo secuestradas por aquella especie de osa con ropa interior de encaje.
Que se fuera, por favor. Que ni pensaba en ello. Que le diera el finiquito, que me iba a denunciar por no registrarla en la Seguridad Social (¡¡antes de las 72 horas!!), que se había caído y todo le dolía por haber sacado el mueble del ordenador, que yo no la había llevado al médico de Urgencias (?¿?¿?¿), que…
Vino el conserje que lo primero que me dijo es que tenía pintas de prostituta, en lo que estuvimos de acuerdo y eso que él no la había visto disfrazada de bombona erótica. Lo segundo, que la mencionada bombona humana pedía 800 euros para marcharse. Que no se los diera, me dijo también. Por supuesto.
Y así estuvimos toda la larga tarde, mi madre y yo secuestradas porque a ver quién se movía de allí, con un ente que tanto me recordaba aquella canción de los años progres y manifestantes: “tienes que tomar conciencia latinoamericano”. Un ente de tamaño pueblo entero (pequeño) que había tomado conciencia y un vaso de cocacola con hielo y asiento en nuestra entrada.
Al final vino la policía a desalojarla y se fue escoltada y maldiciendo a grito pelado por toda la urbanización.

EL SERVICIO (Y III)

sábado, octubre 7th, 2017

Una vez ida, la representante de Pobres y Afligidos Tropicales tiró de teléfono y, como yo no lo cogía, me fue mandando mensajes. Incesantemente. Y con una ortografia ajena a la que se emplea en la metrópolis. Una ortografía selvática y mal intencionada pero que se entendia a la perfección.
“Huarra, más que huarra” que, para los que no conozcan este tipo de ortografía es el equivalente a “güevos”. “El Señor Jezús te ba castigar porque te metiste con su prinzeza…” “Te baiz enterar quien soy yo, huarra”
y así, cariñosos mensajes que guardo por si hay que recurrir de nuevo a las fuerzas de orden público. Ni que fuéramos Catalauña

La Mancha

domingo, septiembre 10th, 2017

Primero se derritió la tableta de chocolate en la despensa. Y no le dí mayor importancia. Después se me derritió la barra de labios dentro del bolso. Y ya me molestó algo más.  Luego anunciaron nueva subida de las temperaturas y decidí huir de Madrid.

Imposibilitada por mi rodilla fastidiosa para acercarme al mar (no siendo primera línea de playa y playa con poca arena) pensé en cercanías y secano con piscina enorme y algo que ver.  Y me fui a Almagro. Precioso pueblo, vacío tras el reciente Festival de Teatro y con los naturales francamente amables. Amabilísimos incluso.  La Mancha tiene eso.

La primera mañana, la ola de calor me atizó en mitad de la cara bonita cuando salía del Corral de Comedias, dejándome el turismo cultural  absolutamente licuado.  Empapé los numerosos jugos en que se había convertido mi cuerpo serrano con unas estupendísimas migas del país. Allí las llaman del pastor pero dónde andaban los pastores es un misterio para mí. A la sombra no podía ser porque no había.

El día siguiente, tras una tarde de piscina de turismo ,  todos los extranjeros en formato francés, alemán, nórdico no identificado pero nórdico sin ninguna duda, tooooodos a remojo en el agua calentita, que la piscina enorme empezaba a parecer la estación de Sol o como se llame ahora en día laboral y horario de no llego al curro, no llego… Pues ese día tras una noche en que los lugareños aseguraban que iba a haber un poco de brisa _¿qué entenderán en la Mancha profunda por brisa?_ pero que finalmente no hubo…  a pesar del codo de tenista debido al imprescindible e intensivo manejo de abanico, volví a empeñarme en el turismo cultural. Así que me compré dos libros. En la plaza del pueblo y al escritor mismo que ejerce además de editor y librero. Me los dedicó.

Y claro, al contacto con la intelectualidad, no pude evitar irme a una exposición sobre vestuario teatral ni pasmarme ante un claustro del siglo XVI.  A la salida me crucé con un paisano en bici de edad mediana o similar. Iba charlando solo consigo mismo. “Ay esta calor que hace, ay qué calor, que nos vamos a morir todos”. Lo decía sin aspavientos ni alarma, tranquilamente, sólo enunciaba la situación y daba pedales.

Me volví a la piscina. Despacio. Porque no había quien fuera a buen paso con la que estaba cayendo. Intenté detener mi inminente licuefacción total con unas croquetas de rabo de toro. Que no son refrescantes, vale, pero me proporcionaron la energía suficiente para volver a la piscina.

Y ahí me quedé, hidratrándome hasta donde me hacía falta antes de volver a Madrid. La Mancha tiene eso, que es más para turismo de otoño o primavera, no en plena ola de calor.