Archive for enero, 2011

RUBENS

miércoles, enero 19th, 2011

Voy al Prado, a ver la exposición de Rubens. Y no sé qué ponerme. En la definición de elegancia, me atengo a los clásicos: vestirse apropiadamente para cada ocasión. Y he aquí mi problema. Para contemplar y disfrutar la pintura de don Pedro Pablo no sé si llevarme el michelín o las cartucheras.
La celulitis es, desde luego, mucho más cómoda. Por algo los franceses la llaman “capitoné”. Unos muslos tapizados en modo capitoné resultan siempre mullidos, elásticos lo justo, confortables siempre.
Pero el michelín del estómago no deja de tener su encanto. Sobre todo ahora, tras las fiestas, cuando todavía conserva cierto olorcillo dulce a turrón y, en mi caso, a roscos de vino, que me encantan. Este michelín es como un villancico redondito que se hubiera quedado ahí atascado, sobre la cintura.
Ay. Me estoy poniendo poética, me parece. O será la debilidad, consecuencia de alimentarme exclusivamente (bueno, casi) de ensaladas desde el 7 de enero. Ay, insisto.

A TIEMPO (y II)

viernes, enero 14th, 2011

Os conté que las Navidades se habían acabado justo a tiempo. Al menos en lo referente a la decoración navideña de mi hogar, dulce (e inundado) hogar.
Pues en un par de días he comprendido que este final oportunísimo lo era también para mi cuerpo serrano y sus aditamentos.
En primer lugar, los pendientes formato y colorido roscón de reyes pequeño me han producido una alteración dérmica por la parte orejil de mucho cuidado. O sea, las orejas me pican que me matan y han adoptado un tono rojizo muy favorecedor. Como de pimiento del Piquillo. Ya no necesito pendientes para iluminarme la cara por una temporadita. Sucede que los pendientes roscón de reyes que he llevado todas las navidades, siento confesarlo, no son de oro, rubíes y esmeraldas como parecen (tampoco de bollo y frutas confitadas, como parecen más todavía). Y yo tengo unas orejitas hechas a los metales preciosos y las piedras a juego. La chatarra me irrita, qué quereis. Estoy convencida, nací en noble cuna y fui raptada por mi familia aparente (y corriente) porque si no, no me explico tanta finura corporal.
Después, he de considerar que mi elegante echarpe de seda y terciopelo (vulgo, bufanda fucsia ligerita) que llevo de un lado para otro por los festejos, está de manchurrones que sólo me falta dejarlo caer grácilmente en un plato de sopa. Cualquiera diría que lo he usado de servilleta entre canapé y mazapanes. En la tintorería me han dicho que lista de espera y que como dos semanas. De lo cual deduzco, queridas, que somos todas unas cochinitas o bien, que los tejidos propios de sarao navideño son todos de limpieza en seco.
Y por último, he comprobado que el espíritu navideño, el amor y la comprensión que hacen juego con los peces en el río, han vuelto a su sitio en el baúl de los recuerdos hasta el año que viene. Una ¿amiga? me manda vía e-mail una oferta de depilación de piernas completas con regalo de ingles. Mira qué bien. Creo que mi amiga ha malinterpretado las modernísimas (y negras y espesas) medias de cuadros o espiguilla con las que he cubierto mis piernas gentiles en las fiestas. Aprovechando que la moda me permitía mitigar el bajonazo de calefacción en todas las casas, debido _supongo no será por vicio_ a la crisis. En cualquier caso, esta ¿amiga? no practica la noble y navideña virtud de la caridad. Aunque le quedo agradecidísima por no haberme enviado la Gran Oferta de Limpieza Bucal que acaba de llegarme como publicidad por internet. Los de publicidad es que no respetan nada.

A TIEMPO

lunes, enero 10th, 2011

No sé en otras casas pero en la mía, las Navidades se han acabado justo a tiempo.
Dudaba el sábado si quitar ya el Nacimiento o dejarlo de despedida durante el fin de semana cuando… terrible inundación. El lago de los patos se ha desbordado y soltado agua de manera imparable. No sé cómo no se me ha ahogado la lavandera que es una verdadera currita, la única que trabaja a fondo en el Belén. Porque los pastores, camelleros y demás, se pasan el día de viaje o cotilleando en grupo que sólo les falta el Marca y unas cañas. Y a la Vieja que Hila, debido a su provecta edad, la tengo fuera del punto de mira porque me parece que debía estar en una residencia y no todo el día (y la noche) al fresco, así que no controlo mucho lo que hace.
Teniendo en cuenta la climatología madrileña de estos días, lo de la inundación no me extraña. Habrá sido por ósmosis con el patio o la acera o el jardín. O por contagio tal vez.
Por otra parte, en la última cena (la última que se ha celebrado en esta casa o humedal, no la Ultima Cena), los invitados empezaron a ponerle pegas a la decoración navideña. Concretamente a una Anunciación a los Pastores que diseñé para centro de mesa. Pillé un pastor del Nacimiento y un angelote posmoderno de cera y oro y fabriqué un rebaño de ovejitas de coliflor con cabeza de aceituna negra. Primero criticaron el angelote que les parecía demasiado abstracto (¡serán antiguos!). Luego se comieron una oveja con crema de queso en plan crudité. Y por último sugirieron que en vez de por el serrín, las ovejitas estas debían pasear sobre arroz basmati rehogadito. En ese momento, me di cuenta de que se me había hecho tardísimo y o les daba pronto de cenar o aquello iba a ser literalmente lo de ¡¡se armó el Belén!!. En cualquier caso, es evidente que el espíritu navideño y el amor fraterno estaban a punto de caducar.
Y por último, llevo desde ayer estornudando a todas horas con lo que, sospecho, debe ser alergia al turrón de Jijona. Alergia mental, psicológica, supongo. Porque a mí el turrón del blando me encanta y, no siendo por exceso, me ha sentado siempre maravillosamente. Total, lo que os decía, que se han acabado las Navidades justo a tiempo

ESTRÉS

miércoles, enero 5th, 2011

Hola queridas e incluso queridos. Por una vez no quiero haceros reir sino pensar. Ya sé que las mujeres podemos hacer dos cosas a la vez pero esto va dirigido a todos los públicos y luego hay quien se lía.
Quiero haceros pensar porque entre las felicitaciones navideñas y añonueveras y tal, se me han colado un par de llamadas de personas con cierto nivel de estrés. ´
No el que nos ataca a todas cuando este año toca la Nochebuena o la Navidad o lo que sea en casa y hay dos sobrinos alérgicos a los langostinos y una venerable ancianísima que no come más que langostinos y todo lo demás hay que pasárselo por la batidora, incluido el cordero. Y está ese cuñado además que no come cordero. Ese, ya sabeis.
Bueno, pues no hablo de ese estrés. Hablo de mandar un sms felicitando la Navidad y recibir a vuelta de móvil otro que dice
_También para ti, acabo de llegar, te llamo mañana
Que ya sólo de leerlo todo seguido quita la respiración, menudo estrés en la pantalla tan mínima del móvil, y en eso se nota que ha sido viaje, si no de trabajo, muy trabajado. Porque si uno llega de, por ejemplo, una semanita esquiando relajadamente, el tono es otro. Aparte de que una no sabe de dónde llega el interfecto (en realidad, ni sabía que estaba fuera) con lo cual, encima de estrés, intriga.
La segunda llamada estresada (que no estresante) es de otro amigo que me felicita el Año Nuevo y me asegura que aunque debe viajar pronto por motivos de trabajo (pero ¿qué le pasa a todo el mundo?, ¿ya nadie sabe trabajar en su pueblo? ¿todas mis amistades se han vuelto auxiliares de vuelo?) hará todo lo posible por vernos, charlar etc… antes de diez y no sé cuántos días que es cuando se va. Si bien, advierte, su vida profesional está llena de problemas y complicaciones. Y debe ser cierto porque si en dos semanas y media no encuentra hueco para charlar tranquilamente con una amiga es que el estrés se lo va a comer en cualquier momento.
El estrés estaba muy bien cuando había que matar un tigre antes del desayuno. Pero en el siglo XXI, con el ordenador portátil en una mano y la tarjeta de embarque en la otra, el estrés simplemente nos vuelve vulnerables. Y más en el caso de los señores que no tienen habitualmente práctica en el estrés por, verbigracia, confección de menú navideño. Ya sé que esto no es un pensamiento original pero, bueno, para no perder práctica en estos días semivacacionales, sí sirve. Y mientras pensais un poquito, voy a pedirle a los Reyes más tranquilidad para mí y para mis amistades.