O, más bien, ¡¡cómo está el servicio!! Esto, con título de película de Landa de los 70, me ha traído últimamente muchos sinsabores.
El penúltimo, con una señora de físico potente y, por lo que se vio luego, fuerza de voluntad más potente aún.
Alertada por problemas anteriores, le dije que una semana a prueba. Ella dijo que un mes. Yo, que en cuatro días ya sabía yo si nos ibamos a entender o no. Y así quedamos.
La primera noche me dijo que en su dormitorio sobraba un mueble viejo de ordenador puesto que ella no tenía ordenador y sí disfrutaría mi tablet que no precisaba mueble alguno.
Me dijo que quería tirarlo. Estuve de acuerdo pero también me negué a moverlo yo, que estoy delicada de la espalda y sumamente delicada de las rodillas. Que ella lo haría todo. Pues vale, le dejé una alfombra pequeña para que arrastrara el trasto y ya está.
Subió del departamento muebles viejos, basura y demás, pidiendo paracetamol porque resulta que también padecía delicadezas vertebrales.
Al día siguiente me la encontré en el minipasillo de casa, dirección cocina, enfundada (sólo) en unas braguitas de encaje sintético y color naranja butano.
Al tercer día le expliqué que, en mi opinión, no íbamos a entendernos porque no pensábamos ni parecido y eso que no habíamos hablado de religión, sexo o política. Le ofrecí pagarle los tres días supuestamente trabajados (que no lo fueron) y la insté muy educadamente a que se marchara.
Ella dijo NO. Y se sentó en la silla antigua del recibidor a pintarse las uñas.
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EL SERVICIO
martes, octubre 17th, 2017EL SERVICIO (Y III)
sábado, octubre 7th, 2017Una vez ida, la representante de Pobres y Afligidos Tropicales tiró de teléfono y, como yo no lo cogía, me fue mandando mensajes. Incesantemente. Y con una ortografia ajena a la que se emplea en la metrópolis. Una ortografía selvática y mal intencionada pero que se entendia a la perfección.
“Huarra, más que huarra” que, para los que no conozcan este tipo de ortografía es el equivalente a “güevos”. “El Señor Jezús te ba castigar porque te metiste con su prinzeza…” “Te baiz enterar quien soy yo, huarra”
y así, cariñosos mensajes que guardo por si hay que recurrir de nuevo a las fuerzas de orden público. Ni que fuéramos Catalauña
EL SERVICIO (II)
sábado, octubre 7th, 2017Y ahí nos quedamos. Mi madre y yo secuestradas por aquella especie de osa con ropa interior de encaje.
Que se fuera, por favor. Que ni pensaba en ello. Que le diera el finiquito, que me iba a denunciar por no registrarla en la Seguridad Social (¡¡antes de las 72 horas!!), que se había caído y todo le dolía por haber sacado el mueble del ordenador, que yo no la había llevado al médico de Urgencias (?¿?¿?¿), que…
Vino el conserje que lo primero que me dijo es que tenía pintas de prostituta, en lo que estuvimos de acuerdo y eso que él no la había visto disfrazada de bombona erótica. Lo segundo, que la mencionada bombona humana pedía 800 euros para marcharse. Que no se los diera, me dijo también. Por supuesto.
Y así estuvimos toda la larga tarde, mi madre y yo secuestradas porque a ver quién se movía de allí, con un ente que tanto me recordaba aquella canción de los años progres y manifestantes: “tienes que tomar conciencia latinoamericano”. Un ente de tamaño pueblo entero (pequeño) que había tomado conciencia y un vaso de cocacola con hielo y asiento en nuestra entrada.
Al final vino la policía a desalojarla y se fue escoltada y maldiciendo a grito pelado por toda la urbanización.
La Mancha
domingo, septiembre 10th, 2017Primero se derritió la tableta de chocolate en la despensa. Y no le dí mayor importancia. Después se me derritió la barra de labios dentro del bolso. Y ya me molestó algo más. Luego anunciaron nueva subida de las temperaturas y decidí huir de Madrid.
Imposibilitada por mi rodilla fastidiosa para acercarme al mar (no siendo primera línea de playa y playa con poca arena) pensé en cercanías y secano con piscina enorme y algo que ver. Y me fui a Almagro. Precioso pueblo, vacío tras el reciente Festival de Teatro y con los naturales francamente amables. Amabilísimos incluso. La Mancha tiene eso.
La primera mañana, la ola de calor me atizó en mitad de la cara bonita cuando salía del Corral de Comedias, dejándome el turismo cultural absolutamente licuado. Empapé los numerosos jugos en que se había convertido mi cuerpo serrano con unas estupendísimas migas del país. Allí las llaman del pastor pero dónde andaban los pastores es un misterio para mí. A la sombra no podía ser porque no había.
El día siguiente, tras una tarde de piscina de turismo , todos los extranjeros en formato francés, alemán, nórdico no identificado pero nórdico sin ninguna duda, tooooodos a remojo en el agua calentita, que la piscina enorme empezaba a parecer la estación de Sol o como se llame ahora en día laboral y horario de no llego al curro, no llego… Pues ese día tras una noche en que los lugareños aseguraban que iba a haber un poco de brisa _¿qué entenderán en la Mancha profunda por brisa?_ pero que finalmente no hubo… a pesar del codo de tenista debido al imprescindible e intensivo manejo de abanico, volví a empeñarme en el turismo cultural. Así que me compré dos libros. En la plaza del pueblo y al escritor mismo que ejerce además de editor y librero. Me los dedicó.
Y claro, al contacto con la intelectualidad, no pude evitar irme a una exposición sobre vestuario teatral ni pasmarme ante un claustro del siglo XVI. A la salida me crucé con un paisano en bici de edad mediana o similar. Iba charlando solo consigo mismo. “Ay esta calor que hace, ay qué calor, que nos vamos a morir todos”. Lo decía sin aspavientos ni alarma, tranquilamente, sólo enunciaba la situación y daba pedales.
Me volví a la piscina. Despacio. Porque no había quien fuera a buen paso con la que estaba cayendo. Intenté detener mi inminente licuefacción total con unas croquetas de rabo de toro. Que no son refrescantes, vale, pero me proporcionaron la energía suficiente para volver a la piscina.
Y ahí me quedé, hidratrándome hasta donde me hacía falta antes de volver a Madrid. La Mancha tiene eso, que es más para turismo de otoño o primavera, no en plena ola de calor.
DE PENES Y BICICLETAS
miércoles, julio 5th, 2017Estoy motorizada en mi bólido rojo colorao y espero pacientemente a que una ancianita amorosa pero muy ancianita cruce despaciosamente el paso cebra. Con tantos años y tanta vida como aparenta, me parece que se ha ganado ir tranquila y sin prisas.
Cuando por fin toca acera, arranco. Y del espacio estelar o algun lugar igualmente etéreo surge una bicicleta con enérgumeno encima que intenta atropellarme. Freno en seco y me dispongo a que él se disculpe y yo sea amable y comprensiva porque la juventud ciclista tiene eso, que va deprisa y le da lo mismo el paso cebra, la acera o la calzada.
Pues no se disculpa, no. Por el contrario me hace partícipe de que, en su opinión, soy una parienta demenciada. Y que a gentes como yo y otros motorizados se debe el cambio climático (¡¡¡!!!). Y además me aclara a grito pelado que él con su bici va por dónde le sale de su miembro masculino. Que debe ser un problema ya que me comenta también que tiene su mencionado miembro masculino del tamaño y forma de una cazuela.
No lo dice así, claro, sino en rima populachera y soez. Pero, vamos, eso es lo que se le entiende. Así que he sido primero ignorada y luego insultada por un jovenzuelo que lleva la agresividad a pedales, la vista escasa y desde luego no al frente y un peinado horroroso. Ese tan a la moda que consiste en afeitarse el cogote hasta la coronilla y dejarse ahí arriba un matojo piloso por si algun pájaro quiere anidar y no encuentra donde.
No quiero pensar lo que harán estos jóvenes conmigo cuando sea una ancianita amorosa. Si es que llego.
EFECTOS COLATERALES
jueves, abril 27th, 2017Ultimamente mi vida es talmente la de un refugiado al que le hubiera explotado una bomba a ladito. Pero con techo. El susto sí es parecido porque menudo plan…. Voy de médico en médico sola o acompañada o acompañante. Voy de rehabilitador en masajista y pongo mi cuerpo a disposición de la ciencia médica y las ciencias naturales. Voy de médico de madre a otro médico de madre y más y más… En fin, cuando empecé este blog hace un par de eras glaciales, no era mi intención dedicarlo a contar mis males y los de los parientes proximos. Pero es que como voy abandonando la vida social, la cultural y algunas otras vidas, pues… poco me queda.
Tal vez los Efectos Colaterales. Que en este caso, me abren la mente a nuevos horizontes. Y hacen que se tambaleen ideas muy arraigadas en mí.
Salgo de rehabilitación de rodilla y cuando ya voy hacia el ascensor, oigo a mi fisioterapeuta favorito comentar que él también se va.
Me doy la vuelta para decirle que, si quiere, le acerco a algun lado en mi bólido rojo colorao. Pero no le localizo, en el ascensor me esperan y renuncio a buscarle por los pasillos.
Mi idea arraigada es esta vez la noción de que un chico en tercero de grado y en prácticas, se moverá por la vida en transporte público y económico.
Cuando espero en la barrera del aparcamiento para introducir el ticket, me fijo en el coche de delante. Es un bmw espectacular, no uno corriente. Es el auténtico BMW con mayúsculas. ¿Y de quién es esa manita que asoma con su ticket? Esa manita la conozco yo y sobre todo mi rodilla, perfectamente. Es la mano de mi fisio favorito.
Si mi Toyotita chiquitín y rojo colorao pudiera avergonzarse (que a lo mejor sí puede) bajaría la cabeza y se pondría más rojo todavía.
En las dudas yo saludo alegremente sacando la mano por la ventanilla y poniendo sonrisa espléndida.
Y desarraigo mi idea arraigada de la pobreza de los estudiantes en prácticas. Siempre se aprende algo nuevo.
EL POBRE FAVORITO
domingo, abril 9th, 2017Un poema para intelectuales, o sea, en inglés y con mucho mensaje interior, se coló en este blog. Y me ha tenido blogqueada durante un mes o así.
Pero parece que ya está arreglado y he vuelto a la vida.
Ayer, miércoles 8, día de santa Elisenda, he descubierto en la calle a mi pobre favorito. Sentado al sol pero en el suelo. Apoyado contra la pared del hotel que hace esquina entre el paseo del Prado y la calle Atocha, en un lugar más castizo que la verbena de la Paloma. Y por el lado que queda frente al Jardín Botánico porque el otro estaba en sombra y frío pelón.
Iba bien abrigado, lucía una barba rubiales de hipster extranjero y los ojos más azules de la acera. Pienso ahora que será extranjero pero poco, porque se manejaba muy bien en castellano.
A la derecha, delante de él, un cartel apoyado en un sombrero gris con la copa hundida primorosamente para formar una especie de bandeja.
El cartel es un trozo de cartón y las letras están pintadas con un rotulador negro. Un cartel como todos. Lo diferente es lo que pone: Para Un Ferrari, dice.
Le pregunto y me explica:
_”Cada uno pide para lo que quiere ¿no? cada uno pide para lo que le gusta. Y además, así se charla con la gente”
Y en eso lleva toda la razón. Me alegra además saber que no pide para una madre deshauciada, una mujer enferma o cinco hijos hambrientos. Que lo suyo es pasión por un Ferrari. Testa Rossa, supongo, y de color rojo reventón.
Así que rompiendo mi norma de no dar dinero en la calle a los que piden (ya sé que a muchos no les parecerá bien pero es mi norma) pongo moneditas en el sombrero. Y le propongo para Pobre del Año en Madrid. O al menos, para Pobre Favorito.
SABERES MILENARIOS
viernes, marzo 17th, 2017Me hace la pedicura una señora muy agradable y súper hábil. Esto último es fundamental para tratar con los deditos de mis pies. Además viene a casa, lo que me permite estar vestida casual (muy casual incluso) y en chanclas para no dejarme el esmalte de uñas en el interior de ningun zapato y las propias uñas hechas un desastre.
Bueno, pues todo ídolo tiene los pies de barro, acabo de comprobarlo.
Está ella, cuchilla de profesional en mano, dejándome la planta del pie derecho suave como culito de bebé cuando…
_Ah, digo yo
_¿Por qué salta?, dice ella
Y luego se calla porque ya ha visto la razón. Que es un chorro de sangre que brota de mi pie.
Un chorro ¿eh?, no unas gotitas en plan la mamá de Blancanieves cuando se pinchó el dedo cosiendo.
Ni un goterón como cuando los maridos o, en su defecto, padres o hermanos, se cortan afeitándose y se colocan un trocito de papel higiénico para absorber ese punto sanguinolento que desaparece en dos segundos.
No, lo mío es una hemorragia como de película del Oeste y protagonista guaperas. Que tiene que venir un brujo indio y colocar un emplasto de hierbas envuelto en un trapito asqueroso en la herida y no se sabe quién se ha camelado al guionista porque el chico, en vez de cogerse una infección tremenda o que se le gangrene el pie o algo así, pues se cura. Y recupera las suficientes fuerzas para ligar con la joven hija del brujo indio que parece muy limpita y apañada y guapa y le va a convertir en un hombre sedentario y va a tener la cabaña de troncos como los chorros del oro.
Bueno, me parece que me he ido un poquito del tema central. Que es mi pie derecho con un pequeño corte en la planta pero soltando sangre como un cerdo, con perdón, degollado. Pero muy degollado.
La señora pedicura está preocupadísima y eso me alarma a mí también. Porque ya hemos gastado kilos de papel de cocina hiperabsorbente y aquello empieza a parecer una merienda en casa del conde Drácula.
Por el medio y debido a los nervios (supongo, a no ser que se haya aficionado la señora esta a la tortura), me seca la sangre con un algodón empapado en acetona y manchado de esmalte rojísimo. Como corresponde. Y así, sentada como estoy, pego un brinco digno de perrito de circo.
Al fin, en vista de que ya llevamos una hora, consiento en lo que ella quería hacer desde el principio. Que es parecido a lo del brujo indio pero sin trapito sucio ni prota guapetón ni nada. Consiste en aplicar una cucharada de café molido a la herida y esperar a ver. No me fío mucho porque este café debe tener mogollón de elementos químicos y perniciosos. Pero pienso en el algodón con acetona y no puede ser peor, digo yo.
_¿Siente como ardor? pregunta ella.
_Escuece que te matas, contesto yo.
Y ya nos callamos las dos y esperamos y en un ratito mi pie deja de sangrar. Saberes milenarios y tal. Qué cosas.
LA IMAGEN
miércoles, enero 4th, 2017En uno de los saraos propios de la estación, he conocido a una dama de profesión envidiable. Es asesora de imagen. En todos los sentidos, desde los colores que podemos y debemos utilizar al largo de la falda o el volumen de la chaqueta que obligatoriamente tenemos que evitar. Todo ello enfocado a ir guapas y seguras por la vida. Seguras de nosotras mismas, se entiende.
Porque cuando una se mira al espejo y se encuentra hermosa, espléndida, elegante, etc sale de casa pisando fuerte y esa fuerza no la pierde en todo el día. Por eso digo que es una profesión maravillosa. Lograr que una persona saque lo mejor de una misma por dentro y por fuera, debe dar mucha felicidad. Digo yo.
Oyéndola contar sus experiencias he comprendido mi problema. Que es, principalmente, que al verme en el espejo me veo sólo hermosa. Cuando acaben estos festejos, sé además porque más sabe el diablo por viejo que por diablo, que me encontraré hermosísima. Y esto me baja la moral. Una tontería porque la belleza está en el interior y etc, y porque hermosísima y todo, estoy estupenda.
En fin, mientras ahorro para el Psicólogo Desconocido al que yo le haría un monumento con lamparita de aceite inapagable y mientras continúo ahorrando para el Psicólogo Desconocido este, debido a que ni hija ni yerno quieren tratarme, mientras tanto, digo, he descubierto una fórmula para salir en las fotos como a mi me gusta. Por lo menos para las fotos de grupo y cuerpo entero.
Tiene algunas exigencias respecto al atrezzo pero el resultado es tan bueno que merece la pena.
Consiste en encontrar o hacerse con un par de sofás colocados en L. Distribuir a los demás invitados a la foto en los mencionados sofás. Y cuando ya están todos preparados y sonrientes, salto yo grácilmente por la esquina de los sofás y me coloco allí mismito. Detrás. Asomando únicamente la cabeza y la pechuga como un busto romano.
La necesidad de ser grácil (y ágil), es decir, de mantener durante el salto una apariencia armónica y graciosa, se debe a que en ese lugar suele haber siempre una mesita incordiando. O una lámpara alta. O cualquier elemento disuasorio para evitar que el personal haga justamente lo que yo recomiendo: gimnasia o yoga (por los retorcimientos de piernas y brazos sin perder nunca la sonrisa) por medio y mitad del salón.
Hay, además, que ponerse de rodillas para mostrar sólo lo mejor de una misma. Y elegir el perfil bueno que, en mi caso, es como el de Julio Iglesias, el izquierdo. O no, nunca me acuerdo y así salgo de desastrosa en los móviles de mis amigas.
Lo he comprobado ya un par de veces y… éxito total. Me voy a hacer yo también asesora de imagen.
FELIZ NAVIDAD
sábado, diciembre 17th, 2016Hay días en que no apetece escribir y días _y noches también_ en que no es posible. Las comidas y cenas de navidad empiezan cada año antes. Y una que es sociable por demás, intenta no perderse una. La dieta mevoyaponermonísima se aleja despacio pero con seguridad. Al paso que va, se va a cruzar con los Reyes que ya vienen por los arenales. Es que no se puede hacer una a todo. Aunque sigo intentándolo.
Pasa además que estoy mayor. No lo digo con pena ni alegría, simplemente constato un hecho. Mis hijos y sobrinos, pertenecen a una generación de barra, taburete alto y cerveza. Yo soy de las quintas de mesón, taburete bajo y vinos. En los taburetes cerveceros, una vez que logro subirme _que no es tan pero tan fácil_ me cuelgan los pies. Restringida de movimientos y haciendo, al mismo tiempo, equilibrios, pues… que no me pide el cuerpo bebidas tirando a nórdicas. Ni birras _denominación ya en sí joven y poligonera_ ni gintonics. Si voy de barra acabo pidiendo cocacola zero, una humillación. Y así no hay quien escriba.
En fin, que entre unas cosas y otras y la digestión de setas de temporada al foie y de verdinas con langostinos a la Pili (que es la amiga que invita), se me va un tiempín sin sentarme a contaros asuntos importantes.
Menudencias, sí, de esas tengo varias. Menudencias que, chiquitinas como son, se incrustan en el tejido de estos días para crear el tapiz de la Navidad. Lo sé, esto es una cursilada, me he pasado el semáforo. Es que en esta época siempre estoy un poco blandita.
Está, por ejemplo, el aporte inmarcesible de mi hija y mi sobrina más sobrina a la puesta de nacimiento. Ambas aunaron esfuerzos y opiniones encontradas y el resultado ha sido un belén… original. Y muy risueño. Con una manifestación de figuritas reunidas bajo el pueblo y junto al río, que solo les falta una pancarta de Rodeemos El Congreso. Y una acumulación de gallinas, ovejas y cerdos que convierte la calle Mayor del mencionado pueblo en una Feria de Ganado. Provincial probablemente, por el número de animales. Con ciertos problemas en el tendido eléctrico que han dejado el portal a oscuras y un río convertido este año en laguna. Pero, eso sí, todo un derroche de cariño.
O una comida de amigas que no sólo celebran las Felices Pascuas sino, precisamente, la amistad. La amistad es un sitio de descanso y relajación con calorcito (o calorazo, según calefacciones) donde una se siente comprendida, respaldada y… encantada de la vida. Qué bien y qué Feliz Navidad.