PERFECTITA PÉREZ

abril 13th, 2011

Iba yo esta mañana con mi look de Perfectita Pérez, dispuesta a comerme el mundo. El look de Perfectita Pérez incluye tacón siempre, distintas combinaciones de tonos beige y blanco _que tanto me favorece_ pañuelazo y bolso total. Es la imagen que luzco en los despachos de abogados, el banco cuando voy a pedir y las consultas médicas que atentan a la dignidad, como el dentista o la ginecóloga.
Estoy convencida de que, efectivamente, una imagen vale màs que mil palabras (porque de otra forma no se entendería que les paguen tanto a las modelos y tan poquísimo a los que escribimos). Y mi disfraz de Perfectita Pérez, aunque no demasiado realista (yo soy como más desordenada y con el bolso de distinto color), me permite mostrar al mundo la Alicia que, habitualmente, duerme dentro de mí:
Una mujer HIPERsegura de sí misma e incluso pelín despreciativa. Una dama capaz de sostener la mirada del cocodrilo abogado de la parte contraria y hacerle enmudecer. Una señora que, sin pestañear, cala los tacones en los estribos del potro. O como se llame ese artefacto sobre el que una se tumba a fin de facilitar a la profesión médica la inserción de diversos aparatos humillantes en rincones anatómicos donde siempre hay que pedir permiso para entrar. Uuufff, me he quedado sin aliento escritor. Bueno, pues que sin pestañear y sin perder el señorío, se entiende.

Así que iba yo de triunfadora conjuntadísima y altiva cuando… me ha fracasado la mitad de la estrategia.Tras la primera exploración y petroleado de bajos, he sido enviada al Departamento de Ahí Te Pillo, Ahí Te Mato (ese donde te hacen todas las pruebas habidas y por haber, previa entrega de variados volantes ) y sus diversos Subdepartamentos. En el Ahí Te Pillo, Ahí Te Mato, me han dado una batita azul marino que me sienta como un tiro y me han instado a desvestirme muchísimo y plantarme la batita dichosa.
Estas batas no vale para cubrirse ni responden al pudor ni nada. Estas batas son la señal de que varias personas a las que no conoces de nada te van a someter a diversas sevicias. Estas batas eran siempre azul clarito o blancas y de tela. Ahora no, ahora son como de papel reciclado y tonos oscuros, lo que me hace sospechar, por su oscuridad, que no son de un solo uso y por su aspecto de paquete de regalo japonés, que no son lavables. En fin, cada una e incluso cada uno, que deduzca lo que quiera.
… CONTINUARÁ. Mañana os cuento más.

DIFICULTAD ESPACIAL (y II)

marzo 26th, 2011

Recorro el aparcamiento como cuatro veces buscando el número 141, bonito capicúa, en la primera planta, zona color turquesa. Y ahí hay un cochazo que por el tamaño en general y el brillo de la carrocería en particular, no se parece al mío en nada. Ni en el color siquiera.
Mientras busco al vigilante, pintor (porque había varios y se les notaba conocedores del aparcamiento), guarda o similar que pueda ayudarme, paso también repetidamente delante de un cajero automático.
Decido ir pagando y como luego tengo 15 minutos de validez… Meto el tiquet como me manda el dibujo de la pantallita y la máquina, después de concentrarse un ratín, me anuncia que no reconoce el mencionado tiquet. Me lo anuncia en letras rojas y luminosas además, que son como de mucho peligro, como si aquello fuera a autodestruirse justo después. Por si acaso, vuelvo a meter el tiquet de diversas formas y maneras desobedeciendo al dibujo de la pantallita. Nada, que no lo reconoce. Así que reemprendo la búsqueda de un ser humano no automatizado que pueda orientarme.
Lo encuentro. Que este no es mi parking, dice. Y a continuación, me instruye. Que suba por ahí, llegue a la superficie o acera de la calle Serrano, continúe andando hasta encontrar la siguiente entrada a un parking y que ese es el mío. Obedezco, subo, ando, entro, bajo y oh no, imposible, no puede ser, oh ¿por qué?, tampoco en el número 141 color turquesa está mi pobrecito utilitario. Obligada por las circunstancias tomo una dura decisión: ya entrenada subiré, andaré, entraré en la siguiente entrada, bajaré y buscaré mi coche y repetiré la operación tantas veces como sea necesario.
Bien, a la tercera va la vencida. La gente corriente se equivoca de plaza de aparcamiento y tarda en encontrar el coche. La gente ya más de mi estilo se equivoca de planta en el aparcamiento y tiene que pedir auxilio al guarda o cajero o lo que sea para encontrar su coche. Y la gente como yo, que alguno habrá, se equivoca de aparcamiento. Varias veces.

DIFICULTAD ESPACIAL

marzo 25th, 2011

Tengo una dificultad espacial. No especial ¿eh?. Espacial. Tampoco quiere decir que tenga una dificultad astronómica. Las estrellas se me dan superbien y durante la lluvia de estrellas de agosto procuro siempre estar en la playa para contar las Lágrimas de san Lorenzo con los dedos y una caipirinha. Mi cosa espacial consiste en que no me oriento. No es que me oriente poco, es que en absoluto. A mí me preguntan si encima o debajo y a duras penas me aclaro. Y si se trata de ir al volante y si derecha o izquierda, pues… como un traje de sevillana: tirando de volante pá un lado y pá otro, ozú. Y preguntando además. Que preguntando se llega a Roma e incluso a la calle Santa Cruz de Marcenado, es un suponer. Lo malo es cuando no sé ni qué preguntar.
Hoy mismo, verbigracia. He ido a culturizarme a la calle Claudio Coello, a la Fundación Carlos de Amberes que, ya su propio nombre lo indica, es un sitio imponente de arte. Quiero decir que Fundación Carlos de Amberes no puede llamarse una tienda de fajas, por ejemplo.
Y buscando sitio para aparcar y habiendo recorrido toda la Puerta de Alcalá y aledaños, que sólo me faltaba cruzar por el medio de los arcos, se me ocurre movilfonear a ver si como yo recuerdo, lo de Carlos de Amberes está en los primerísimos números de la calle Claudio Coello, en el 20 tal vez. Que en el 99 me dicen. Así que menos mal que el aparcamiento era imposible porque si no, me recorro la mitad de la calle cantando bajo la lluvia. Y con el paraguas en el fondo del maletero porque esto es Madrid ¿no?, pues cuatro gotas y a correr. Correr si corrí luego pero bajo un simulacro del diluvio universal. Porque esto es Madrid ¿no? pues el día que toca llover, en plan Noé.
En fin, que vuelvo sobre mis huellas de neumático (porque si andando vuelve uno sobre sus pasos, digo yo que en coche se volverá de esa manera) y me acerco sigilosamente a CC nº 99. Me acerco sigilosamente por si algún despistado deja un hueco libre en batería ( si no es en batería, misión imposible para mí por mi dificultad espacial, que no calculo, vamos) y antes de que los demás tiburones al volante lo huelan, zas, ya he aparcado y estoy dándome al arte. Bonito ¿verdad?. Pero mentira. No había un solo hueco ni sitio ni nada y decido meterlo en el primer aparcamiento carísimo que encuentre. A la vuelta de la esquina, el nuevo y flamante Serrano Park que ya estrené hace unos días con unos amigos norteños y del cual me permití presumir comme-il-faut, porque el parking en cuestión es atómico. Me río yo del metro de Norman Foster de Bilbao.
Y en ese aparcamiento ultramoderno que se extiende por todas las tripas de la calle Serrano he tenido varios problemas.
_Problema I: lo espacial que os digo.
_Problema II : no dejé las miguitas de “Pulgarcito El Niño Listo” ni las piedrecitas de “Pulgarcito 2 El Retorno”.
_Problema III… (continuará)

UN HAIKU

marzo 13th, 2011

Como en casa de una amiga con más (amigas). Esta actividad, siempre gozosa, se convierte hoy en planazo superlativo porque tiene excusa ecológicobotánica. Palabra, por cierto, que es un desafío al diccionario de la RAE.
Mi amiga vive junto a la Quinta de los Molinos y allá nos vamos con el café recién tomado a ver los almendros en flor. O lo que esta primavera deja de los almendros en flor entre lluvias y amagos de nieve. Siguen estando preciosos. Un poco desconcertados tal vez por el cambio de temperaturas cada cuarto de hora. Como mi perra.En mi calle han florecido los ciruelos cuando las mimosas apuntaban sólo una pelusilla amarillenta. Después llega el ventarrón. La perrita mira a lo alto despistadísima: ¿llueven flores?
Me dicen que el pasado fin de semana había caravanas de coches en la carretera hacia el valle del Jerte. Para echarle una ojeada a los cerezos floridos. Que se esfuerzan bajo el viento helador. A los madrileños, la Quinta de los Molinos nos pilla más cerca de la Puerta de Alcalá. Y los almendros son como más castizos. Los cerezos en flor me parecen a mí algo japonesizantes (a ver qué dice ahora el diccionario de la RAE, hala).
De todas formas y como estos árboles primaverales piden poesía a gritos, propongo dedicarles un haiku:
Sobre la blancura de los almendros, nieva.
Por ejemplo. Para decir un haiku como Dios manda, hay que guiñar los ojos a estilo oriental y aguantarse la risa.

Y las e incluso los que no sepan qué es un haiku, que no lo brsquen en el diccionario de la RAE: no viene. Pero pueden hacerse un esfuercito por Internet.

IMPROPIA

marzo 11th, 2011

Voy a una cosa llamada Velada Entre Artes, que tiene tufillo intelectual y, como su nombre, indica, artístico. Promete lectura de cuentos, música y dibujos sobre la marcha, degustación de vinos, catering de lujo, exposición de fotos y algún etcétera.
La degustación vinícola le da buenísima pinta al sarao, ya que los artistas se apañan a veces con espumosos de segunda y vino tabernario en la creencia, equivocadísima, de que continuamos en los años progres. Que eran, fundamentalmente, austeros.
Decido vestirme sólo de intelectual que me pega mucho más que ir de artista. Y, como toque after postmoderno, me subo en unos taconazos de aquella manera y once cms de altura. Para entrar al lugar del festejo, debo subir tres escalones. Lo que realizo grácilmente a pesar de no haber ensayado ni nada. Sólo para encontrarme con un suelo que supongo de antiguo patio de carruajes o similar. Un suelo de cantos rodados y rebrillantes, apropiadísimo para bodas en ermita o plaza de pueblo castellano restaurado y turístico. Pero en absoluto, es opinión personal, para una Velada Entre Artes, no incluyendo éstas un circo.
Tras unos segundos de desconcierto brinco _a saltitos formato gorrión_ hasta el mostrador de los vinos de Borgoña, que me sorprenden por su suavidad. Y que me hacen compañía toda la noche.
Como ir, tal vez vaya impropia. Pero como pasármelo, superbien

La columna

febrero 23rd, 2011

En la pantalla (monitor me parece que se dice en fino) de mi ordenador, según se entra a mano derecha, hay una columna de publicidad. Una columna permanente. Que además se mueve como las del anuncio aquel del parking y el seguro del coche. Esta columna inquieta y gordota, me trae a mal traer y me marea.
Ahora que los escritores ya no podemos tener pánico al folio en blanco por razones informáticas, merecemos creo yo el mismo respeto. No imagino a Cervantes ni a Corín Tellado, por citar dos escritores célebres, siendo interrumpidos constantemente por un trozo de papel volandero que anunciara tintorería especializada en golas. O un día, una oferta, zapatillas con corazones rosados sólo 4 euros. Ni siquiera, dona sangre, dona vida (mancos abstenerse).
Desconfiando de mi ignorancia informática y confiando en mi informático favorito, le envío un mensaje al susodicho pidiendo auxilio y paz. Que no hay forma de detener la columna publicitaria, me dice a vuelta de e-mail. Que sufra en silencio o a voces porque a él puedo llamarle siempre que quiera y rugir a grito pelado. Que eso tal vez me sirva de desahogo.
Me quedo en meditación frente a la pantalla observando, inevitablemente, la columna. Ahora muestra un señor que engorda y adelgaza a cada pestañeo. ¿Quiere usted saber su peso ideal?, me pregunta la columna indiscreta. Pero no me da la gana de contestarle. Que se fastidie.

NO VOLVÍ

febrero 15th, 2011

Pedazo recaída y vuelta al sillón, la cama, el sillón… Hartita estoy. Hoy lo intento otra vez y si no… bueno, a la tercera será la vencida.

        Último y único comentario de salud: que el pedazo virus resultó ser la Gripe A. Es decir que, con mi falta de puntualidad habitual, llego tarde hasta las enfermedades. Porque la Gripe A es cosa del año pasado. Y además, como ser, la Gripe A ni fué.

        La única coartada cultural en estos días de ausencia bloguera, ha sido un continuo maratón de cine en la tele  con mi hija o sola. Pero, en contra de la costumbre familiar, con poco “cineforum” posterior debido a 1) dificultad psicológica para realizar correctamente cualquier proceso mental de dificultad media, y 2) dificultad física para enunciar el mencionado proceso mental, mayormente que farfullábamos y nos agotábamos a la cuarta o incluso la tercera palabra.

Esta dificultad 2, la de expresarme verbalmente, la he llevado fatal. Pero muy fatal. De hecho, tengo un atasco interior de palabras. Así que, a partir de hoy… ¡temblad queridas (e incluso queridos)! ¡Mi habitual incontinencia verbal está deseando salir a flote!

¡UUUUUUUFFFFFFFF

febrero 2nd, 2011

Chicas e incluso chicos, qué malita he estado. Y estoy. Pero ahora ya sin exageraciones (espero). Suponiendo sea cierto aquello de que a partir de los cuarenta si, cuando te levantas, no te duele nada es que estás muerto… pues yo debo tener siete vidas como los gatos. Otra cosa es la calidad de las mencionadas vidas.
Tras casi dos semanas en plan Ikea, de la cama al sofá y del sofá a la cama, me propongo volver a la vida que me gusta: la vida activa. Hoy mismo. Bueno, mañana mismo. Pero por la tarde. Todavía no me da el cuerpo para coartada cultural matinal en forma de exposición de los jardines impresionistas que se me queda de asignatura pendiente. El arte pinturero tiene eso, que hay que pateárselo mucho. Por eso me gusta a mí tanto el séptimo arte que se aprecia bien sentada en un sillón, como una señora. Y el teatro, por la misma razón.
Desde mañana (por la tarde) vuelvo al blog este que se está convirtiendo en monotemático: la salud ante todo. Claro que, teniendo en cuenta, como se me da últimamente lo del dinero y el amor… por lo menos sobre la (falta de) salud tengo mucha materia sobre la que escribir.
Y, por cierto, un beso agradecido a todas, e incluso todos, las (los) que se han interesado por mi desaparición del mundanal ruido y los saraos varios. Y falta gorda a las, e incluso los, que ni se han dado cuenta de mi ausencia. Una estará pocha pero tiene su corazoncito.

RUBENS

enero 19th, 2011

Voy al Prado, a ver la exposición de Rubens. Y no sé qué ponerme. En la definición de elegancia, me atengo a los clásicos: vestirse apropiadamente para cada ocasión. Y he aquí mi problema. Para contemplar y disfrutar la pintura de don Pedro Pablo no sé si llevarme el michelín o las cartucheras.
La celulitis es, desde luego, mucho más cómoda. Por algo los franceses la llaman “capitoné”. Unos muslos tapizados en modo capitoné resultan siempre mullidos, elásticos lo justo, confortables siempre.
Pero el michelín del estómago no deja de tener su encanto. Sobre todo ahora, tras las fiestas, cuando todavía conserva cierto olorcillo dulce a turrón y, en mi caso, a roscos de vino, que me encantan. Este michelín es como un villancico redondito que se hubiera quedado ahí atascado, sobre la cintura.
Ay. Me estoy poniendo poética, me parece. O será la debilidad, consecuencia de alimentarme exclusivamente (bueno, casi) de ensaladas desde el 7 de enero. Ay, insisto.

A TIEMPO (y II)

enero 14th, 2011

Os conté que las Navidades se habían acabado justo a tiempo. Al menos en lo referente a la decoración navideña de mi hogar, dulce (e inundado) hogar.
Pues en un par de días he comprendido que este final oportunísimo lo era también para mi cuerpo serrano y sus aditamentos.
En primer lugar, los pendientes formato y colorido roscón de reyes pequeño me han producido una alteración dérmica por la parte orejil de mucho cuidado. O sea, las orejas me pican que me matan y han adoptado un tono rojizo muy favorecedor. Como de pimiento del Piquillo. Ya no necesito pendientes para iluminarme la cara por una temporadita. Sucede que los pendientes roscón de reyes que he llevado todas las navidades, siento confesarlo, no son de oro, rubíes y esmeraldas como parecen (tampoco de bollo y frutas confitadas, como parecen más todavía). Y yo tengo unas orejitas hechas a los metales preciosos y las piedras a juego. La chatarra me irrita, qué quereis. Estoy convencida, nací en noble cuna y fui raptada por mi familia aparente (y corriente) porque si no, no me explico tanta finura corporal.
Después, he de considerar que mi elegante echarpe de seda y terciopelo (vulgo, bufanda fucsia ligerita) que llevo de un lado para otro por los festejos, está de manchurrones que sólo me falta dejarlo caer grácilmente en un plato de sopa. Cualquiera diría que lo he usado de servilleta entre canapé y mazapanes. En la tintorería me han dicho que lista de espera y que como dos semanas. De lo cual deduzco, queridas, que somos todas unas cochinitas o bien, que los tejidos propios de sarao navideño son todos de limpieza en seco.
Y por último, he comprobado que el espíritu navideño, el amor y la comprensión que hacen juego con los peces en el río, han vuelto a su sitio en el baúl de los recuerdos hasta el año que viene. Una ¿amiga? me manda vía e-mail una oferta de depilación de piernas completas con regalo de ingles. Mira qué bien. Creo que mi amiga ha malinterpretado las modernísimas (y negras y espesas) medias de cuadros o espiguilla con las que he cubierto mis piernas gentiles en las fiestas. Aprovechando que la moda me permitía mitigar el bajonazo de calefacción en todas las casas, debido _supongo no será por vicio_ a la crisis. En cualquier caso, esta ¿amiga? no practica la noble y navideña virtud de la caridad. Aunque le quedo agradecidísima por no haberme enviado la Gran Oferta de Limpieza Bucal que acaba de llegarme como publicidad por internet. Los de publicidad es que no respetan nada.